La España Moderna (1492-1700)

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Autor: mirka2
Typ práce: Ostatné
Dátum: 08.11.2021
Jazyk: Španielčina
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Apuntes de Historia para Maturitas

La España Moderna (1492-1700)

Los Reyes Católicos (1469-1516)

La unión de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se considera el comienzo de la España moderna, aunque se produjo más por razones militares y financieras que buscando unificar la península. Castilla era más grande, estaba más poblada y era económicamente más fuerte, por lo que a Aragón le interesaba la alianza, y Castilla tenía un grave problema sucesorio a la muerte de Enrique IV (apodado el Impotente), que desencadenó la guerra entre su hija Juana la Beltraneja y la propia Isabel, hermanastra de Enrique, apoyada por Aragón.

Una vez terminada la Guerra de Sucesión Castellana, Isabel y Fernando se dedicaron a gobernar en régimen de igualdad cada uno en sus reinos, que seguían siendo independientes, pero actuaron juntos de manera militar, reduciendo el poder de los señores feudales, de forma que ya no hubo muchos ejércitos de los nobles, sino un ejército real. Así, tras varios años de guerra contra los musulmanes, en 1492 terminan juntos la Reconquista, al tomar Granada. Eso les permitirá gastar dinero en la exploración del mundo al pagar la expedición de Cristóbal Colón, con el descubrimiento de América.

En política interior, se crearon una serie de instituciones que apartaban a los nobles de las posiciones de poder (a cambio de participación en campañas militares y privilegios fiscales) y se las daban a personas que habían pasado por universidades como la de Salamanca. Los Consejos territoriales (de Castilla, de Aragón, de Indias, etc.) y funcionales ayudaron a los reyes a gobernar de una manera cada vez más autoritaria, sin necesidad de convocar Cortes. Además se buscó crear una homogeneidad cultural y religiosa con la expulsión de musulmanes y judíos, y defendiendo el catolicismo radical por medio de la Inquisición, que será determinante en los dos siglos siguientes.

En política exterior, uno de los principales objetivos fue la unificación peninsular bajo la dinastía Trastámara, con la conquista de Granada en 1492 y de Navarra en 1512, y con las alianzas matrimoniales con Portugal (que no funcionaron por la muerte de varios herederos). Además, la política militar llevó a Aragón a controlar Nápoles y a Castilla a expandirse por Canarias (1490), el norte de África (Melilla, Orán, etc.) y América a partir de 1492. Para asentar su poder en Europa, los Reyes Católicos buscaron aislar a su principal enemigo, Francia, por medio de matrimonios con las demás casas reales: dos de sus hijas con el rey de Portugal, sus hijos Juan y Juana con los herederos de Austria y Borgoña, y Catalina con el rey de Inglaterra Enrique VIII.

Tras el descubrimiento de América, los portugueses protestaron ante el papa por entender que se rompía un tratado (Portugal estaba buscando una ruta a las Indias rodeando África) y se llegó a un acuerdo, llamado Tratado de Tordesillas, por el que España y Portugal se repartían el mundo tomando como referencia un punto del Atlántico (y por eso los portugueses llegaron a Brasil).

El Renacimiento: Carlos I y Felipe II

A la muerte de Isabel en 1504 le sucedió su hija Juana I (sus hermanos mayores Juan e Isabel habían muerto), casada con el heredero de Austria y Borgoña, Felipe el Hermoso, pero cuando Felipe murió en 1506 el estado mental de Juana empeoró y su padre, Fernando el Católico, siguió siendo rey en Aragón y además regente en Castilla hasta que llegara a la mayoría de edad el hijo mayor de Juana y Felipe: Carlos, educado en Flandes.

Carlos I (1518-1556)

Cuando Carlos llegó a España tras la muerte de Fernando el Católico y la regencia del cardenal Cisneros, se convirtió por herencia en el monarca más poderoso de Europa: Castilla con las Indias (América), Aragón y sus posesiones en el Mediterráneo (Nápoles, etc.), Flandes, Austria, Bohemia, Moravia, Hungría, Silesia...

Al llegar, los castellanos esperaban que Carlos se centrara en los asuntos del reino, pero enseguida quedó claro que desconocía la lengua, y al estar rodeado de consejeros flamencos marginó a la nobleza local. Además, usó la política y la economía castellanas para convertirse en emperador de Alemania. Todo esto provocó que los burgueses y pequeños nobles castellanos, contrarios a la subida de impuestos y a los amigos del rey, organizaran un levantamiento popular para defender las Cortes.

Este levantamiento se llamó las Comunidades, y sus líderes fueron derrotados en 1521 por el emperador con ayuda de los grandes nobles, que defendían sus propios privilegios. Una revuelta similar pero totalmente independiente se produjo en Valencia y Mallorca, llamada las Germanías, y fue derrotada en 1523. A partir de entonces, Carlos prestó más atención a los asuntos castellanos, y como era de donde más fácil conseguía dinero, Castilla se acabó convirtiendo en el punto más importante del imperio.

La conquista de América le dio también muchos recursos al emperador. Bajo su reinado se conquistó el imperio Azteca (Hernán Cortés) y el imperio Inca (Francisco Pizarro). El oro y la plata entraban por Castilla a través del monopolio que tenía el puerto de Sevilla. Sin embargo, la mayoría del dinero fue a parar a los banqueros genoveses, alemanes y flamencos que financiaban los gastos del imperio.

El problema que costó más dinero y recursos fue el intento de pacificar a sus súbditos protestantes en Alemania. Durante todo su reinado, intentó obligarles a seguir la doctrina católica, y aunque ganó batallas muy importantes, como la de Mühlberg, no logró la unidad religiosa ni por la vía militar ni por la diplomática con el Concilio de Trento. Estas guerras, además, llevaron a que en los países católicos del imperio, como España, aumentara la intolerancia y se persiguiera a todo el que no era un católico radical.

Cansado de pelear con todos, en 1556 decide abdicar, pero antes separando el “problema alemán” del resto de la monarquía hispánica: su hermano Fernando, educado en España, se convertirá en archiduque de Austria y emperador de Alemania, y las posesiones españolas, mediterráneas y coloniales serán para su hijo Felipe.

Felipe II (1556-1598)

Frente al carácter europeísta de su padre, el reinado de Felipe II será ante todo hispánico. El centro del poder se situó en el nuevo palacio-monasterio de El Escorial, cerca de Madrid, desde donde se controlaba todo el imperio, y todas las políticas buscaron beneficiar a las coronas de las Españas (Aragón, Castilla y, desde 1580, Portugal).

La defensa de los imperios de las tres coronas hizo que se luchara en el Mediterráneo contra los turcos, que atacaban las posesiones aragonesas (Nápoles, islas griegas, etc.), y en el Atlántico contra los corsarios ingleses que atacaban los barcos castellanos (hacia América) y portugueses (hacia América y África). Contra los ingleses se organizará una Armada, llamada “Invencible”, que acabó fracasando por culpa de varios factores (el temporal en el canal o los hostigamientos de ingleses y holandeses, entre otros), y que acabó volviendo a España después de rodear las islas Británicas por el norte.

El otro gran problema en Europa fue Flandes, que seguía en manos españolas y que en muchos casos abrazaba la Reforma protestante. Además del apoyo de los ingleses a los rebeldes flamencos de las Provincias Unidas (que buscaban la independencia frente a la represión religiosa de Felipe), las continuas guerras con Francia no ayudaron a cerrar los problemas europeos de la monarquía.

Con un imperio tan grande, aumentaron los gastos de la monarquía y creció su espíritu intolerante. El ejército y la armada no dejaron de crecer y consumir recursos. Y los nuevos funcionarios también se llevaron una buena parte del gasto. Esto acabó trayendo varias bancarrotas a lo largo del reinado de Felipe II.

La Leyenda Negra fue otro de los aspectos de esta época: la Inquisición funcionaba al máximo, y por lo tanto el fanatismo también, y algunos de los españoles, como los moriscos (1568), se levantaron contra la presión religiosa. Además, la situación del hijo del rey, el príncipe Carlos, encerrado en una torre (por su enfermedad mental secreta) y después muerto de manera misteriosa; y la huida del secretario personal de Felipe, Antonio Pérez, que fue defendido por el Justicia Mayor de Aragón (ejecutado por el rey), ayudaron a crear un personaje cruel y fanático, temido en toda Europa.

El Barroco: Los Austrias menores

Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700)

En este periodo se desarrolla la llamada decadencia del imperio. La monarquía española no pudo mantener la hegemonía europea y mundial de Carlos I y Felipe II por una serie de circunstancias:

La bancarrota económica de Castilla, las consecuencias negativas de la llegada masiva del oro y la plata americanos y la costosa política imperial provocaron la crisis económica. La peste y las epidemias causadas por la poca higiene disminuyeron la población de forma alarmante en Castilla, León y Andalucía. La crisis económica y las malas cosechas aumentaron el número de parados y las ciudades se llenaron de vagabundos y mendigos.

La represión ideológica (expulsión de los moriscos, 1609) y la persecución de las herejías reforzaron una serie de valores morales que no permitieron superar la situación de atraso de la sociedad española: la vida de los nobles se impuso como modelo, lo que generó un rechazo hacia otras formas de vida más productivas y típicamente burguesas (algunas actividades artesanales, por ejemplo, llegaron a ser declarados oficios viles, es decir, actividades que manchaban el honor de quien las ejercía). El aislamiento ideológico y científico, provocado por la prohibición de salir a estudiar al extranjero desde tiempos de Felipe II, impidió el desarrollo. En general se extendió una actitud materialista y un clima pesimista.

Durante el reinado de Felipe III su política pacifista mantuvo una situación de hegemonía relativa. Sin embargo en 1618 la monarquía hispánica decidió participar en la Guerra de los Treinta Años para ayudar a los Austrias alemanes en contra de los protestantes. Además, durante el gobierno del valido del rey, el Duque de Lerma, aumentó la corrupción, lo que favoreció el clima de inseguridad y la sensación de que sólo robando se podía llegar alto.

El reinado de Felipe IV significó la pérdida de la hegemonía europea, aunque el nuevo valido, el Conde-Duque de Olivares intentó detener la decadencia de la corona española. En la Guerra de los Treinta Años, a pesar de las victorias iniciales de los ejércitos españoles, la participación de las fuerzas francesas y las dificultades internas de la corona provocaron la derrota de los Austrias. En 1648 se firmó la Paz de Westfalia, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años. La guerra con Francia continuó hasta la Paz de los Pirineos (1659) que consolidó la hegemonía francesa en el continente

Durante este reinado aparecieron dos importantes problemas internos. Su principal causa fue el proyecto del Conde-Duque (la Unión de Armas) para que, ante la crisis económica y demográfica de Castilla, los demás reinos peninsulares colaboraran para mantener la costosa política de la monarquía. Cataluña y Portugal se sublevaron en 1640. La rebelión catalana fue dominada en 1652 cuando las tropas reales entraron en Barcelona y el rey confirmó los fueros catalanes. La sublevación portuguesa terminó en 1668, bajo Carlos II, con la independencia de Portugal.

Carlos II fue un rey con problemas físicos y psíquicos evidentes, derivados de los continuos matrimonios dentro de la misma familia real, estudios modernos hablan del síndrome de Klinefelter. Su reinado fue aprovechado por Luis XIV de Francia para reforzar la hegemonía francesa en el continente. La crisis económica y política se hizo aún más profunda.

Su reinado terminó con una guerra de sucesión al trono, ya que Carlos II murió sin tener descendencia, y a comienzos del siglo XVIII, dos dinastías europeas, Felipe de Borbón y Carlos de Austria, se disputaron la corona de España.

En cambio, este siglo fue uno de los más fructíferos de la historia de España en lo que a cultura y arte se refiere. Hay que decir que a este siglo se le llamó el Siglo de Oro, ya que fue una etapa culturalmente muy rica que proporcionó obras maestras universales. En el s. XVII, la sociedad española estaba muy influida por la Contrarreforma, movimiento surgido del Concilio de Trento (1545 – 1563), que defendía los principios católicos frente a los protestantes. La Iglesia y la Corona controlaban la cultura y el arte.

La Inquisición controlaba toda publicación contraria al dogma o a la moral católica y creaba una atmósfera de sospechas e inseguridad. Por eso las obras artísticas fueron un medio de propaganda de la fe católica y los valores de la monarquía absoluta. Además, la situación de crisis (económica, política, y social) y el cansancio de las formas renacentistas provocaron la aparición de un nuevo movimiento cultural: el Barroco. La estética barroca produjo una ruptura con el equilibrio renacentista. Las obras barrocas expresan de forma cruda los contrastes y desigualdades sociales, pero sin cuestionar la obediencia debida al poder ni la estructura social tradicional. El desengaño, sentimiento pesimista típico del barroco, afectará a muchas de sus manifestaciones artísticas.

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