La Restauración Borbónica, el 98 y Primo de Rivera (1875-1931)

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Autor: mirka2
Typ práce: Ostatné
Dátum: 08.11.2021
Jazyk: Španielčina
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Apuntes de Historia para Maturitas

La Restauración Borbónica, el 98 y Primo de Rivera (1875-1931)

La Restauración Borbónica (1875-1923)

La Restauración es la época inmediatamente posterior al Sexenio Democrático, cuando regresa la dinastía Borbón a España en la figura de Alfonso XII, hijo de Isabel II, con la ayuda de Antonio Cánovas del Castillo. Fue un sistema monárquico liberal, pero no podemos llamarlo democrático.

Tras el pronunciamiento del general Martínez Campos en diciembre de 1874, Alfonso, hijo de Isabel II, volvió a España acompañado por el político Cánovas del Castillo, que había organizado durante el Sexenio Democrático un proyecto para dar estabilidad a España, ayudándose por el descontento popular derivado de la I República, la guerra carlista y los problemas de insurrecciones en Cuba.

El nuevo régimen perseguía el objetivo de estabilidad política basada en los valores conservadores de orden, propiedad y monarquía, combinados con las formas de un Estado liberal. Para conseguir el éxito de su proyecto, Cánovas trabajó en tres aspectos:

1 Pacificación militar: En 1876 se venció la tercera guerra carlista en País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo, y esas regiones perdieron sus fueros por apoyar a los carlistas. En 1878 se firmó la Paz de Zanjón en Cuba, finalizando la insurrección cubana de 1868 con un autonomía administrativa, aunque sin cerrar el origen del conflicto. Después de esto, se apartó a los militares del poder político para evitar futuros pronunciamientos.

2 Bipartidismo: El sistema político se basó en la alternancia de dos partidos muy similares, llamados partidos dinásticos, leales a la Corona, y que defendían las ideas conservadoras con una apariencia de liberalismo. Esos dos partidos, el Partido Conservador (liderado por Cánovas) y el Partido Liberal (liderado por Sagasta), se turnaban en el poder mediante un sistema de elecciones fraudulentas, aparentemente democráticas pero organizadas desde el gobierno para que ganara el partido al que le tocaba ganar. El partido Conservador defendía los intereses de la burguesía latifundista, la aristocracia y la iglesia católica, y el Liberal a la burguesía industrial y comercial. Este sistema se llamó “turnismo” y funcionó gracias al “caciquismo”. El cacique es un hombre importante a nivel local, normalmente un latifundista, que obligaba a los campesinos a votar al partido que se necesitaba en cada momento, amenazando o comprando votos.

3 Constitución de 1876: Era el elemento que daba legitimidad a la monarquía parlamentaria. Estaba basada en la de 1845, incorporando algunos puntos de la de 1869, sobre todo en lo relativo a derechos y libertades, pero reconocía el catolicismo como religión oficial aunque admitía el uso de las demás, dejando la educación en manos de la iglesia católica. Además, el sistema electoral derivado de la constitución dejaba el poder en manos de una minoría y permitía el turnismo y el fraude.

Alfonso XII (1875-1885)

Durante su reinado, el monarca no participó de la actividad política, dejando vía libre a los conservadores para organizar la pacificación y redactar la Constitución. Se centralizó la administración al suprimir los fueros vascos y navarros y al limitar la autonomía local, aplicando leyes iguales a todo el territorio. Entre 1881 y 1883 los liberales estuvieron en el poder e iniciaron algunas reformas sociales antes de devolver pacíficamente el poder a Cánovas. En política internacional, no hubo aislamiento ni un compromiso con otras potencias, pues España era un país en decadencia que no podía meterse en guerras pero deseaba dar buena imagen.

Regencia de Mª Cristina (1885-1902)

Tras la muerte de Alfonso XII, su mujer se convirtió en regente hasta la mayoría de edad de su hijo Alfonso. Para garantizar el funcionamiento del sistema, los dos partidos firmaron el Pacto del Pardo, y durante la regencia gobernaron primero los liberales (1885-1890), que aprobaron una serie de reformas económicas y legales (Código de Comercio, Código Civil, etc.) y también sociales: la Ley de Asociaciones y el sufragio universal masculino (todos los hombres pueden votar independientemente de su clase social), que supondrían la llegada de otros partidos minoritarios al parlamento. Los conservadores volvieron a una política económica proteccionista, favoreciendo a la burguesía, y en lugar de atender las necesidades sociales, se aumentaron las medidas represivas (Ley Antiterrorista, por ejemplo). Tanto liberales como conservadores tuvieron que abordar los conflictos coloniales, sobre todo en Cuba y Filipinas, cada vez más difíciles de evitar.

El Desastre del 98

La crisis social, económica y política que vivió España en el cambio de siglo tuvo su origen en las guerras coloniales. Los partidos dinásticos bloquearon las reformas administrativas y económicas en las colonias, y los intereses de Estados Unidos influyeron mucho en el desenlace del conflicto.

En Cuba, el principal exportador mundial de azúcar, España monopolizaba el comercio en contra de los intereses de los isleños, lo que favoreció el sentimiento independentista no sólo en los pobres y descendientes de esclavos, sino también en los ricos hacendados. En 1895 se inició la guerra de guerrillas contra el ejército español, que sufrió más bajas por epidemias que por la guerra en sí. Todos los generales fracasaron hasta que se llegó a un acuerdo concediendo autonomía y amnistía en 1897, entonces, Estados Unidos, principal inversor en la isla, decidió intervenir para unir definitivamente la isla a su propio mercado.

Los americanos enviaron el buque Maine a La Habana para proteger sus intereses, y cuando explotó en el puerto, declararon la guerra a España. El gobierno español se lanzó a una guerra patriótica para la que no estaba preparado. A pesar del escaso avance en tierra, la superioridad naval dio la victoria a Estados Unidos con dos batallas: Cavite, en Filipinas, donde hundió la flota del Pacífico, y Santiago de Cuba, donde eliminó la flota del Atlántico e inmediatamente desembarcó en Puerto Rico. En diciembre de 1898 se firmó el Tratado de París, por el que Puerto Rico, Filipinas y Guam fueron cedidas a Estados Unidos, y Cuba era formalmente independiente pero quedó bajo control americano.

España tuvo que vender las pocas islas en el Pacífico (Marianas, Carolinas y Palaos) a Alemania, y se convirtió en un país sin importancia con algunas colonias en África. Todo esto (pérdidas económicas, pérdidas humanas, etc.) creó una situación de crisis social, cultural y moral, que favoreció que se criticara al gobierno desde todos los ámbitos: nacionalistas y regionalistas exigían la descentralización, y una conciencia crítica intelectual buscaba la regeneración política, económica e ideológica de España. El sistema de la Restauración no funcionaba.

Alfonso XIII (1902-1931)

Tras la crisis del 98, Alfonso XIII se convirtió en rey con 16 años en 1902, y su inexperiencia y sus intromisiones en política ayudaron a desestabilizar aún más un sistema que no sabía renovarse. Los gobiernos conservadores de Silvela, y sobretodo Antonio Maura (1907-1909) buscaron crear una serie de reformas (“hacer la revolución desde arriba para que no la hagan desde abajo”, como decía Maura), pero esas reformas se vieron acompañadas de una dura represión en 1909 (Semana Trágica de Barcelona, unos 100 muertos y 500 heridos). Los liberales tampoco supieron reformar el sistema, y se encontraron con el rechazo del ejército a sus políticas de libertad religiosa. Además, los partidos regionalistas, nacionalistas y obreros comenzaron a cobrar fuerza. Desde 1913 hasta 1917 aumentaron los conflictos sociales al mismo tiempo que mejoraba la economía del Estado, ya que durante la Primera Guerra Mundial España fue neutral y vendió productos a los países en guerra, pero esto favoreció sobretodo a los intermediarios, y no a los productores ni a las clases bajas, y además provocó el aumento de precios.

En 1917, todos estos problemas llevaron a una triple crisis: Militar, ya que miembros del ejército se agruparon en torno a las Juntas de Defensa, para defender sus intereses ante los políticos. Política, ya que la oposición regionalista, republicana y de izquierdas se agrupó en la Asamblea de Parlamentarios para pedir unas elecciones constituyentes, aunque las diferencias entre ellos mismos les hicieron desaparecer pronto. Y Social, ya que los sindicatos convocaron una huelga revolucionaria en agosto, que acabó con 70 muertos y 2000 detenidos.

A partir de 1917, se sucedieron los gobiernos de concentración (liberales, conservadores y regionalistas), intentando mantener el control frente a los grupos revolucionarios, pero entre 1918 y 1923 hubo 13 gobiernos, que no consiguieron reformar nada y cambiaban según los intereses de los militares, apoyados por el rey. Al finalizar la Primera Guerra Mundial, además, se agravó la crisis económica, y eso aumentó los conflictos sociales, que se radicalizaron imitando el ejemplo de la Revolución Rusa de 1917.

La Dictadura de Primo de Rivera y el fin de la Monarquía (1923-1931)

Mientras España intentaba afianzar su poder en el norte de Marruecos, se produjo una sublevación de las tribus locales que derrotaron al Ejército en lo que se conoce como el Desastre de Annual en 1921. Esto ayudó a crear una mayor tensión entre el poder civil y el militar, y ante la imposibilidad del débil sistema de la Restauración para solucionar las numerosas crisis en todos los ámbitos, un golpe militar en 1923 acabó con todo el sistema.

El golpe del general Miguel Primo de Rivera fue aprobado por el rey Alfonso XIII y apoyado por los sectores conservadores, sobre todo por la burguesía industrial que buscaba evitar los movimientos obreros y buscar el nuevo auge económico que ya empezaba en otros países. Con estos apoyos, el ejército instauró una dictadura militar.

Algunos de los ideólogos de la época intentaron imitar aspectos del fascismo de Mussolini, pero a pesar de ello, la dictadura de Primo de Rivera no fue un régimen fascista, ya que no existía un partido de masas ni un programa concreto, sino una dictadura militar condicionada por la fuerte personalidad del dictador.

En una primera etapa, provisional, se suprimió la Constitución y se prohibieron los partidos políticos, y un gobierno llamado “directorio militar” buscó restablecer el orden social por medio de la represión, practicó una dura política contra los nacionalistas, especialmente anticatalanista, y resolvió el problema marroquí con la victoria en la batalla de Alhucemas en 1925, y el fin de la guerra de África en 1927, lo que potenció la importancia del sector “africanista” (Franco y otros generales que fueron importantes en esa guerra) dentro del ejército.

Esta victoria y la recuperación de la paz social dieron a Primo de Rivera un cierto prestigio e incluso popularidad en algunos sectores sociales, así que aprovechó para institucionalizar la dictadura creando un “directorio civil” en 1925. Este directorio se aprovechó de una buena situación económica internacional para practicar el proteccionismo en política social y económica, que le ayudaron a mantenerse en el poder hasta 1930. En política económica se buscó la construcción de obras públicas y la creación de monopolios, además de favorecer a los empresarios españoles por medio de aranceles fronterizos. Se mejoraron las carreteras y los ferrocarriles, se creó Telefónica (propiedad de una empresa americana) y CAMPSA (monopolio estatal de petróleo). Esta política fue espectacular a corto plazo pero supuso un enorme gasto público que desequilibró las cuentas públicas, y además, la falta de reformas en la agricultura mantuvo al campo español en el atraso de siempre. En política social la represión de los sindicatos más radicales se alternó con algunas mejoras sociales de carácter paternalista, intentando regular las condiciones laborales para evitar conflictos.

La oposición al régimen empezó con los intelectuales (Unamuno, Blasco Ibáñez, la universidad,etc.), y fue creciendo progresivamente hasta alcanzar a todos los sectores políticos: socialistas se dividieron entre los partidarios de colaborar con el dictador y los opuestos radicalmente; los anarquistas que habían buscado con la CNT el sindicalismo pacífico, se radicalizaron y se creó la FAI, un movimiento partidario de la violencia; los catalanistas cambiaron sus posturas tradicionales burguesas por movimientos cada vez más a la izquierda; y los republicanos se convirtieron en la principal opción renovadora, a la que se unieron los intelectuales, estudiantes, e incluso algunos sectores del ejército, y desde 1929 a los sectores empresariales.

A partir de 1928 la crisis económica volvió y las acciones de protesta en la universidad y los movimientos obreros hicieron que el dictador fuera perdiendo todos los apoyos dentro y fuera del ejército. El rey Alfonso XIII, preocupado por su imagen pública, retiró su apoyo a Primo de Rivera, que dimitió en enero de 1930. Fue sustituido por un gobierno provisional, conocido popularmente como la dictablanda, que pretendía volver al sistema de la Restauración con nuevas elecciones, pero era ya demasiado tarde y el cambio llegó en abril de 1931 con la proclamación de la República.

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