Evolución y situación actual del español

Evolución y situación actual del español

  1. Orígenes de la lengua española

1.1. El indoeuropeo

La mayor parte de las lenguas de Europa, junto con algunas de Asia, derivan de un idioma desaparecido (el indoeuropeo), y constituyen la familia indoeuropea. El indoeuropeo es una lengua reconstruida, es decir, muerta y de la que no se tiene testimonio escrito, y que ha sido deducida a partir de las semejanzas entre diversas lenguas. Se supone que el idioma indoeuropeo se hablaba en el año 3000 a.C., y que hacia el 2000 a.C. ya existían rasgos de diferenciación notables entre las lenguas nacidas del mismo. Los especialistas difieren en su localización geográfica: unos la localizan en la Europa del Norte (riberas del mar Báltico), otros en la Europa Central y otros en Ucrania. Hacia el año 2500 a.C. comenzó la dispersión del pueblo indoeuropeo debido probablemente a diferencias lingüísticas surgidas en él.

A la familia indoeuropea pertenecía el latín, del que procede la rama de las lenguas románicas (también llamadas romances o neolatinas), es decir, las lenguas que surgieron al evolucionar el latín de forma diferente según los territorios: español, catalán, gallego, portugués, francés, italiano, rumano... He aquí otras ramas de la misma familia indoeuropea, dentro de nuestro continente:

Pero hay en Europa algunas lenguas que no son indoeuropeas. Así la familia fino-ugria (el finlandés y el húngaro). Y un caso aparte es el vascuence (también llamado vasco o euskera), independiente de las familias citadas, y cuyo origen sigue siendo un misterio.

1.2. Formación del español

El enfrentamiento entre Roma y Cartago por el dominio del Mediterráneo propició en el año 218 a. C. el desembarco de los romanos en la Península Ibérica. El territorio ya había estado ocupado por diversos pueblos (vascos, tartesos, fenicios, cartagineses, griegos, íberos, celtas...) que hablaban lenguas muy diferentes (la lengua ibérica, la lengua tartesia, la lengua celta, la lengua púnica-fenicia, el vascuence o euskera...). El ejército romano inició la conquista de la Península, que desde el siglo III a. C. hasta el siglo V d. C. estuvo sometida al poder militar y administrativo de Roma. La ocupación romana de la península durante más de seis siglos tuvo como consecuencia la adopción de las leyes, costumbres y lengua de estos últimos. Tal proceso, que lleva por nombre romanización, significó la desaparición de las primitivas lenguas peninsulares –excepto el vasco– y la imposición del latín como idioma único. Sin embargo, la desaparición no fue total, ya que dejaron en la nueva lengua huellas en el léxico (palabras como vega, barro, baba, losa, manteca y arroyo), en la sufijación (sufijos –arro [guijarro], -orro [cachorro], -asco [peñasco] )e incluso en los hábitos de pronunciación (parece ser que el euskera influyó en la desaparición de la “f-“ inicial latina [farina], que se transformó en la “h” castellana [harina] ). Esta influencia que dejaron las lenguas invadidas, que finalmente desaparecieron, en la lengua invasora que las sustituyó se llama sustrato. Así hablamos del sustrato lingüístico prerromano.

El latín que entro en la Península y la gente hablaba era el latín vulgar, es decir, la variedad coloquial de dicho idioma utilizada por los soldados, comerciantes y colonos. La romanización fue distinta en los diversos territorios; en el sur fue intensa y temprana; otras zonas, como el territorio vasco y cantábrico, fueron romanizados con escasa intensidad y tardíamente, lo cual explicaría la conservación del euskera frente al latín.

En el año 409, después de la caída del imperio romano de Occidente, los pueblos germánicos empezaron sus invasiones por los Pirineos. Los visigodos fueron los que se asentaron definitivamente en la Península (554). Sin embargo, pronto se romanizaron y adoptaron la lengua de los vencidos: hacia el siglo VII ya hablaban latín. No obstante, la instalación de los visigodos en la Península y en el resto del imperio romano de Occidente, aceleró la evolución de la lengua latina, que fue perdiendo su unidad. El latín de España adoptó numerosos germanismos, que aún perduran: brotar, espía, espuela, estaca, galardón, ganar, ganso, guardar, guerra, guiar, rico, ropa, sala, tapa, etc. La influencia que una lengua invasora ejerce sobre otra a la que no ha logrado sustituir se denomina superestrato lingüístico. En este caso, la lengua germánica no se impuso ante la firmeza del latín, pero dejo restos en ella ( el superestrato lingüístico germánico).

En España, el factor fundamental que contribuyó a la fragmentación del latín fue la invasión de los árabes en el 711. En menos de siete años ocuparon casi todo el territorio peninsular. Los cristianos constituyeron en el norte núcleos aislados de resistencia que, con el tiempo, darían origen a diferentes reinos. En estos reinos, aislados entre sí, el latín evolucionó de distinta manera, y así se formaron las distintas hablas románicas, que fueron de oeste a este: gallego, astur-leonés, castellano, navarro-aragonés y catalán. Al sur, entre los cristianos que vivían en los territorios conquistados por los árabes (los mozárabes), el latín dio origen a unas hablas llamadas mozárabes, que luego serían sustituidas por las lenguas de los reconquistadores cristianos de cada territorio.

Los árabes trajeron a España una cultura superior a la que tenían sus habitantes en aquella época. Como resultado de la convivencia con los árabes durante siete siglos ( la Reconquista terminó en 1492), las lenguas peninsulares recibieron centenares de arabismos. Se trata del fenómeno de superestrato más importante en castellano. El superestrato árabe no influyó mucho en nuestro idioma en cuestiones de fonética, morfología o sintaxis. Sin embargo aportó una cantidad muy importante de vocabulario en diferentes campos, especialmente en la agricultura, el ejército y la casa. En castellano, por ejemplo, subsisten: alcalde, almacén, aduana, tarifa, alfombra, almohada, taza, jarra, albañil, arroz, azúcar, sandía, zanahoria, aceituna, algodón, jinete, tambor, etc.

Las distintas hablas románicas medievales de la Península, aun con soluciones fonéticas propias, conservaban entre sí cierta semejanza. El castellano irrumpió entre ellas con pujanza, adoptando las soluciones fonéticas más innovadoras de las lenguas vecinas e imponiendo otras aún más radicales. Tuvo su origen en Cantabria, en un conjunto de condados que dependían del reino leonés y que como era una zona fortificada con castillos, se llamó Castilla. Hacia el año 950 consiguió su autonomía gracias al conde Fernán González. En 1035 con Fernando I se convierte en reino independiente e inicia un periodo de expansión hacia territorios del interior. Las primeras palabras escritas en castellano que conservamos son del siglo X: las Glosas Emilianenses, compuestas en el monasterio riojano de San Millán de la Cogolla, y las Glosas Silenses, encontradas en el monasterio burgalés de Santo Domingo de Silos. Constituyen una serie de anotaciones y traducciones que los monjes efectuaron en el margen de unos textos latinos que consultaban. Su literatura (cuyos primeros textos conservados son del siglo XI) alcanzaría pronto un gran desarrollo Con la Reconquista el castellano se difundió por el sur, avanzando como una cuña invertida entre astur-leonés y el aragonés. Se extendió rápidamente por tierras leonesas, riojanas, navarras y aragonesas, que, poco a poco, van adoptándolo y perdiendo sus propias hablas. A partir del descubrimiento de América los conquistadores y colonizadores lo implantan en América y Filipinas. Los judíos expulsados de España en 1492 lo llevan consigo, y aún lo mantienen hoy sus descendientes, los judíos sefardíes. Durante los siglos XVI y XVII, el castellano alcanza su máximo esplendor literario, se conoce y se habla por las personas cultas de toda la Península y adquiere extraordinario rango internacional. Esa difusión hace que muchos, desde fines de la Edad Media, en España y, sobre todo, fuera de España, lo denominen español, nombre que alterna con el de castellano.

  1. Evolución del castellano

2.1 Algunos rasgos del castellano medieval

La pronunciación del castellano medieval presentaba algunas particularidades. Veamos las más importantes:

2.2. El español en el Siglo de Oro

El castellano, que desde finales del siglo XV ha saltado a América, afirma su papel en siglo XVI como lengua de relación entre todos los pueblos de España. Numerosos escritores no castellanos lo adoptan como lengua literaria. Por ello, desde entonces también se le llama español. El castellano, como consecuencia del auge del imperio español en el siglo XVI, adquiere igualmente un gran prestigio internacional y se habla en las cortes europeas. El vocabulario se enriquece con abundantes y útiles términos procedentes de las lenguas indígenas americanas (patata, chocolate, maíz, tiburón, canoa, huracán, cacahuete, tomate, etc) .Además el español vive una admirable madurez, lo que se manifiesta en la literatura del siglo XVII, en el que las letras castellanas llegan a su apogeo.

Durante los siglos XVI y XVII, el español va adquiriendo su perfil fonético moderno:

2.3. El español en los siglos XVIII y XIX

En el siglo XVIII, el español presenta ya una configuración absolutamente moderna. Los escritores, por reacción ante la dificultad del estilo barroco (del siglo anterior), tienden a un lenguaje sencillo y trasparente. Por otra parte, España toma contacto con la nueva ciencia europea, y el idioma se adapta paulatinamente para ello. Es algo que también trajo peligros: así la invasión de galicismos (palabras importadas del francés). A la preocupación por la pureza del idioma responde la fundación de la Real Academia Española (1713).

Ya en el siglo XIX, se impuso en todos los grados docentes la enseñanza del español. Durante este siglo, se incorporaron al léxico múltiples voces del lenguaje político internacional, como consecuencia de las emigraciones a que se vieron obligados los liberales y de la intensa vida parlamentaria posterior.

2.4. El español en los siglos XX y XXI

En los últimos tiempos, la vida del idioma presenta los siguientes rasgos:

  1. La extensión actual del español

Hace siglos que dejo de ser privativo de una región geográfica concreta. Originariamente fue la lengua de Castilla, pero hoy es la lengua de toda la comunidad hispánica.

La lengua española es el instrumento de comunicación de alrededor de 400 millones de seres humanos en cuatro continentes. Esto hace de ella la segunda lengua de Europa y la cuarta del mundo según el número de hablantes. Fuera de España es la lengua oficial de dieciocho repúblicas hispanoamericanas. Además, en Perú y Paraguay es cooficial con sendas lenguas indígenas (el quechua y el guaraní). En Puerto Rico es cooficial con el inglés. Su empleo está muy difundido en el sur de Estados Unidos (California, Nuevo México, Texas, Florida, etc.) y es muy elevado el número de hispanohablantes en Nueva York. En Filipinas ha disminuido su uso desde la independencia de esta nación, cuya lengua oficial es el tagalo (lengua indígena), aunque el inglés está bastante generalizado. Subsiste, pero con tendencia a la extinción, en muchas ciudades de Marruecos. También hay núcleos importantes de hispanoparlantes en el Sahara Occidental y en Guinea Ecuatorial. Y lo hablan los judíos sefardíes, esto es, los descendientes de los judíos expulsados de España a partir de 1492, y que viven en diversos puntos de Europa y África, y sobre todo en Israel. Se trata de un castellano muy arcaico, que se denomina judeo-español o sefardí. Pero el español moderno también se habla en Israel.

Por otra parte, el español goza en el mundo de gran consideración, como consecuencia de la creciente importancia cultural, económica y demográfica de los pueblos hispanohablantes.

  1. Variedades geográficas del español

Las características específicas que el castellano adopta en un lugar determinado ocasionan una serie de variantes geográficas, que podemos dividir en dos grupos:

- Variedades históricas: asturleonés y navarroaragonés. Son modalidades lingüísticas de la Edad Media derivadas de la escisión del latín. Hoy todavía se conservan algunos de sus antiguos rasgos y gozan de especial protección en los lugares donde se hablan.

- Variedades meridionales: andaluz, extremeño, canario y murciano. Son modalidades lingüísticas ocasionadas a partir de la evolución del castellano en determinadas zonas de España

3.1. Asturleonés

Las hablas pertenecientes a este dialecto del latín no llegaron a constituirse en lengua. Del dialecto medieval asturleonés sólo se conservan algunos rasgos fonéticos y morfológicos en zonas del antiguo reino leonés: Asturias, Cantabria, León, Zamora, Salamanca y Miranda do Douro (Portugal). En Asturias esta variedad se denomina bable y goza de una extraordinaria variedad, aunque muy fragmentado.

3.2. Navarroaragonés

Era una modalidad lingüística derivada del latín que se extendía, con diversas variedades, por parte de las actuales comunidades de Navarra, La Rioja y Aragón. Huellas de estas modalidades subyacen, aunque muy diluidas, en el castellano hablado en estos territorios. En la actualidad las huellas más claras del antiguo aragonés permanecen en los valles cercanos a los Pirineos en la provincia de Huesca. Recientemente se está fomentando la fabla, un aragonés unificado artificialmente.

3.3. Las variedades meridionales

El andaluz es la variedad lingüística evolucionada del castellano que llegó a tierras andaluzas entre los siglos XIII y XV a través de los colonizadores y repobladores. Además de en Andalucía en la provincia de Badajoz también existen rasgos del andaluz.

El canario es la variedad lingüística que se extiende por el archipiélago canario. Los numerosos rasgos de las hablas meridionales que presenta esta modalidad lingüística hacen pensar que entre los conquistadores y colonos que llegaron a las islas tras su conquista (siglos XIV-XV) debió de predominar el elemento andaluz.

El extremeño se extiende por las provincias de Cáceres y Badajoz. Extremadura, reconquistada en los siglos XII y XIII por leoneses, presenta en su modalidad lingüística una mezcla de algunas particularidades del leonés y de las variantes meridionales. Los rasgos leoneses son más abundantes en Cáceres, mientras que en Badajoz aparecen con más intensidad los rasgos andaluces.

El murciano es una modalidad que presenta, por razones históricas, influjos castellanos, aragoneses y catalanes. Se habla en la provincia de Murcia. El antiguo reino de Murcia se incorporó al de Castilla en la primera mitad del siglo XIII. Este acontecimiento ocasionó una importante repoblación cristiana de procedencia castellana en esa zona. Años más tarde, el rey de la Corona catalano-aragonesa intervino en la zona para sofocar una rebelión morisca y se produjo el establecimiento de numerosos aragoneses y catalanes.

  1. La situación lingüística actual en España

4.1. Las lenguas de España

En España existe una gran riqueza idiomática. Además del castellano o español, existen varias comunidades que poseen una lengua. Todas estas lenguas excepto el euskera son románicas. El castellano es la lengua oficial del estado. Las demás lenguas españolas son también oficiales en sus respectivas comunidades autónomas.

La lengua propia de Cataluña es el catalán. El catalán es una lengua románica resultado de la evolución del latín en el nordeste de la península y sureste de Francia. Sus primeros documentos escritos se remontan al siglo XII. Actualmente la hablan más de ocho millones de personas en Cataluña, sur de Francia (el departamento francés de los Pirineos Orientales), Baleares, Andorra (donde es la lengua oficial) y en Cerdeña (en la ciudad de Alguer). Dentro del territorio catalán (en el valle de Arán) se habla el aranés (dialecto del gascón). Se distinguen dos zonas dialectales dentro del catalán: catalán occidental y catalán oriental. Como rasgo que los diferencia señalaremos sólo este: la a y la e átonas se distinguen claramente en el catalán occidental, pero se confunde en un solo sonido neutro en el oriental. La literatura catalana fue espléndida en la Edad Media. Dejó de contar con cultivo literario importante entre los siglos XVI y XVIII, pero el Romanticismo desencadenó un nuevo auge de las letras catalanas, que desde el siglo XIX no ha cesado de aumentar.

La lengua propia de la Comunidad Valenciana, según su estatuto de autonomía, es el valenciano. Aunque Valencia fue conquistada (1238) y colonizada por catalanes, con el paso del tiempo el catalán de Valencia adquirió rasgos muy peculiares de pronunciación y vocabulario. Muy pronto su prestigio cultural y literario fue tal que algunos empezaron a llamarla lengua valenciana. El valenciano está siendo motivo de discrepancia a la hora de determinar si es una lengua con rango propio debido a sus rasgos léxicos o fonéticos o por el contrario es una variante del catalán. Actualmente lo hablan más de dos millones de personas.

El euskera es la lengua propia del pueblo vasco. No es una lengua románica. Sus orígenes son un enigma. Hay estudios que la relacionan con las lenguas caucásicas, ugrofinesas y paleosiberianas. Lo que es seguro es que es una lengua muy antigua (tiene más de tres mil años de vida) y que ya se hablaba antes de que la familia del indoeuropeo se extendiese por Europa (1000 a. C.) y que logró sobrevivir a la romanización de la península. Hoy cuenta con un millón de hablantes y se habla en el País Vasco, norte de Navarra y en el departamento francés de los Pirineos Atlánticos. El euskera o vascuence, que había quedado reducido a la condición de lengua familiar y rural, conoce hoy un evidente resurgir y es para los vascos seña fundamental de su identidad. El desarrollo literario vasco ha sido escaso hasta época reciente.

El gallego es la lengua propia de Galicia y la hablan tres millones de personas en las cuatro provincias gallegas y la zona occidental de Asturias, León y Zamora. Surgió como evolución del latín en el noroeste de la península. Desde allí fue extendiéndose hacia el sur y dio origen al gallegoportugués en la Edad Media. En gallego-portugués se escribió un tipo de poesía bellísima durante la Edad Media. A partir del siglo XV, el gallego y el portugués se fueron diferenciando cada vez más, como consecuencia de pertenecer a reinos distintos. Sin embargo, siguen siendo lenguas parecidas. Tras una larga etapa en la que no superó su condición de lengua hablada, resurgió en el siglo XIX, en que la literatura gallega renació con pujanza. En nuestros días, aumenta su difusión hablada y escrita.

4.2. Bilingüismo y diglosia

En algunas comunidades sociales, conviven personas monolingües (hablantes de una sola lengua) y bilingües hablantes de dos lenguas); así ocurre, como hemos visto, en las comunidades españolas en las que el castellano es la lengua cooficial con la de sus respectivos territorios. Decimos entonces que estas lenguas son lenguas en contacto porque son empleadas dos o más lenguas alternativamente por las mismas personas. Los principales fenómenos que originan las lenguas en contacto son el bilingüismo y la diglosia.

Se puede definir el bilingüismo como la capacidad que posee un individuo o una comunidad de poder usar normalmente dos idiomas. Así, cuando un individuo usa en cualquier circunstancia e indistintamente dos lenguas para comunicarse en forma oral o escrita, se produce el fenómeno del bilingüismo individual. Por el contrario, cuando es toda una comunidad la que usa indistintamente dos lenguas, el bilingüismo es social y colectivo.

Se emplea el termino diglosia cuando en una comunidad conviven dos lenguas, pero los hablantes no las utilizan indistintamente. Así, por ejemplo, una lengua se utiliza sólo en forma oral y en las relaciones familiares, mientras que la otra se reserva para las relaciones, culturales, comerciales, administrativas... Cuando se da este fenómeno es porque una de las dos lenguas está en inferioridad de condiciones, pues las dos lenguas o no son cooficiales ni gozan del mismo trato y protección o una lengua goza de mayor prestigio social que la otra.

  1. El español de América

El español de América, es decir el uso que hacen del castellano los hablantes de diversos países americanos, posee características que lo diferencian del de España, las cuales se presentan especialmente en la fonética (entonación y ritmo incluidos), la morfosintaxis y el léxico. Pero estas diferencias suceden también en el español de España. El español de España y el de América manifiesta gran unidad en los registros culto y literario; menor en el habla oral popular. Sin embargo, la diversificación léxica es cada vez mayor, sobre todo entre las diversas repúblicas americanas, sobre todo en lo que se refiere a la adopción de neologismos. Sin embargo, la acción conjunta de la Real Academia española y de las Academias Nacionales de América, el auge de la literatura en lengua castellana y la influencia de los medios de comunicación de masas constituyen una esperanza para el futuro común de la lengua castellana.

Cuando los conquistadores españoles llegaron a América, el nuevo continente era la sede de más de cien familias de lenguas indígenas diferentes. Los más importantes (casi todos subsisten hoy en día) eran el náhuatl y el maya (Méjico), el araucano (Chile), el quechua (Perú, Bolivia, Argentina, Ecuador y Chile) y el guaraní (Paraguay). Numerosos vocablos se han incorporado al español general; otros permanecen sólo en aquellas áreas del castellano que están en contacto con estos idiomas indígenas, Son voces americanas comunes: patata, cacao, chocolate, canoa, tiburón, caucho, huracán, hamaca, tomate, maíz, tobogán...

El español de América se puede dividir en dos zonas:

1) Tierras altas y frías (las zonas montañosas, donde predominaron los colonizadores castellanos). El vocalismo es débil, y las vocales átonas internas tienden a desaparecer (muchismas gracias, frasteros).

2) Tierras bajas y calientes (las zonas costeras y las llanuras, donde predominaron los colonizadores andaluces): seseo, aspiración o pérdida de la −s final de sílaba o palabra, confusión mutua de r y l, pérdida de la –d- intervocálica y aspiración de la h− .

6.1. Rasgos fonéticos

En el aspecto fonético es clara la impresión de “andalucismo” que produce el español hablado en América. Comparte con el andaluz los rasgos siguientes:

1) Seseo : pronunciación de c y z como s (servesa por cerveza)

2) Yeísmo : pronunciación de ll como y (caye porcalle )

3) Aspiración o pérdida de la –s final de sílaba o de palabra (mohca por mosca)

4) Confusión mutua de r y l (pielna por pierna; sordao por soldado)

5) Aspiración de la h- inicial procedente de la f- inicial latina (j’ilo por hilo)

Esta semejanza entre andaluz y español de América se debe o a una evolución independiente que coincide en los dos territorios o a un influjo real andaluz. Hoy en día, se cree que probablemente sea a un influjo andaluz durante los primeros años de colonización. Tampoco puede rechazarse la acción del sustrato que las lenguas indígenas precolombinas ejercieron sobre el español de ciertas zonas americanas, sobre todo en la entonación.

6.2. Rasgos morfológicos

El español de América presenta tendencias y variantes morfológicas irregularmente repartidas, entre las que podemos señalar las siguientes:

1)Extensión del plural a casos como ¿qué horas son?, las onces, hace tiempos, etc.

2) Adverbialización del adjetivo, más frecuente que en España (ella viste lindo, subía fácil, me miró feo)

3) Frecuente anteposición del posesivo (mi hijo por hijo mío, mis amigos por amigos míos)

4) Empleo de yo con preposición (a yo, de yo, con yo)

5)Preferencia por el pretérito indefinido (canté), frente al pretérito perfecto ( he cantado).

6) Pero el rasgo morfológico principal es el voseo, que consiste en utilizar vos en lugar de y de ti, entre iguales y para tratar con personas jerárquicamente inferiores. Y así se dice vos tenés, en vez de tú tienes. Las formas verbales tenés, debés alternan con tenís y debís y a veces con tenéis y debéis. El voseo es general en Argentina, Uruguay, Paraguay, América Central y una parte de Méjico (Chiapas). Para la segunda persona del plural se emplea, en casi toda América, ustedes en vez de vosotros, pero bien concertado con el verbo (ustedes están).

6.3. Rasgos sintácticos

1) Uso diferente de las preposiciones: caer a la cama “enfermar”, ingresar al ejército (en el) , estaba arriba de la mesa (encima de).

2) Uso diferente de las conjunciones: cada que “cuando”, cosa que “para que” (Vuélvete cosa que te vean).

3) La voz pasiva se usa menos que en España. Se prefiere la oraciones impersonales (Se alquila casas).

4) El leísmo, normal en Castilla-León (A Carlos le quiero), es muy poco conocido en América..

6.4. Peculiaridades léxicas

El léxico hispanoamericano es, en lo esencial, coincidente con el nuestro, aunque, como es natural, se observan algunas diferencias entre el léxico de regiones de América y el de España. Algunas de estas palabras son: ruletero “taxista”, bolero “limpabotas”, luego “al instante”, palo “trago”, flux “traje”, escaparate “ropero”...

La lejanía del territorio donde se habla el español de América propicia que esta lengua sea mas conservadora, lo que conlleva que en ésta haya numerosas palabras desusadas ya en España, es decir, arcaísmos desde nuestro punto de vista (pollera “falda” en Argentina, catar “mirar”, pararse “ponerse en pie”, prieto “oscuro, negro”, recordar “despertar”, amargoso “amargo”, despacharse “apresurarse”).

También puede advertirse cómo el español de América es aún más permeable que el de España a la incorporación de neologismos, a causa de la presión angloamericana y la inmigración procedente de los más diversos países. Entre estos neologismos figuran:

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