El teatro de posguerra

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Autor: mirka2
Typ práce: Ostatné
Dátum: 22.11.2021
Jazyk: Španielčina
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El teatro de posguerra

  1. Características generales del teatro de posguerra

Tras la guerra civil española, el panorama teatral, a diferencia de la novela y la poesía, no es demasiado prometedor. Las obras dramáticas de estos primeros años se caracterizan por su baja calidad artística y su mediocridad. El estreno en 1949 de Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo inaugurará una nueva etapa en el teatro de posguerra después del vacío de estos primeros años. Distintos factores contribuyen a crear esta situación:

- La muerte los grandes renovadores del teatro español, García Lorca y Valle-Inclán.

- El exilio de autores teatrales como Rafael Alberti o Alejandro Casona.

- La censura previa que se realiza en las obras dramáticas y que impide la representación de algunas de ellas.

- Los intereses económicos de los empresarios, que no se quieren arriesgar a perder dinero con obras avanzadas en lo estético o lo ideológico.

- El público, mayoritariamente burgués y acomodado, prefiere un teatro sencillo y tradicional.

El teatro español de posguerra puede agruparse según las siguientes tendencias generales:

1) Teatro burgués, en el que predomina la comedia benaventina o el sainete costumbrista, géneros ya consolidados antes de la guerra civil.

2) Teatro poético o de ensueño que continúa la línea iniciada por García Lorca. Se basa en la evasión de la realidad, utilizando una prosa poética cargada de simbolismos.

3) Teatro de humor que, a diferencia de las obras cómicas de evasión, tiene una finalidad crítica. Representa la línea renovadora del teatro cómico.

4) Teatro comprometido, de protesta y denuncia, que alcanza su auge en los años cincuenta y continúa en los sesenta.

  1. El teatro burgués

En los años inmediatos de posguerra resurge la comedia benaventina y costumbrista. Se le ha considerado como un teatro de continuidad sin ruptura, porque no supone una transformación radical de las formas tradicionales del teatro de preguerra. Entre los principales autores que lo cultivan con éxito destacan José María Pemán, Luca de Tena y Joaquín Calvo Sotelo, cuya obra La muralla es el máximo exponente de este tipo de teatro.

Entre sus características generales destacan:

- Es un teatro amable, divertido e ingenioso, que pretende hacer pasar el rato al espectador y no inquietarle demasiado en su crítica de las costumbres.

- Presenta una preocupación por la obra bien hecha: diálogos cuidadosamente elaborados, lenguaje literario y hábil construcción de la trama (del argumento de la obra dramática).

- Se observa la típica temática burguesa: infidelidad en el matrimonio, conflictos entre padres e hijos y defensa de los valores tradicionales, con final feliz y lecciones moralizantes.

- Sus personajes pertenecen a las clases media o alta.

  1. El teatro poético

Los dramaturgos que cultivan este género escriben, en prosa poética, comedias con rasgos de diferente procedencia: la sátira burlesca, la farsa fantástica y el teatro de evasión. Sus características son las siguientes:

- Obras hábilmente construidas en todos sus elementos: intriga, personajes, técnicas y humor.

- Se presenta una visión amable, irónica y comprensiva de la vida para conseguir la sonrisa inteligente del espectador.

- Se combina el humor, la ternura y la nostalgia.

- Los personajes, en su búsqueda de la felicidad y la fantasía, superan los aspectos negativos de la realidad humana.

La temática que predomina en este tipo de teatro se centra en:

- El conflicto entre la realidad y la fantasía y la imposibilidad de vivir en la ilusión.

- El amor, la comprensión y la libertad como medios para superar los conflictos.

- La importancia de los sueños para acceder a las zonas ocultas de la realidad.

Destacan dos autores: Edgar Neville y Alejandro Casona. Este último es uno de los dramaturgos más representativos de nuestro exilio. Entre sus mejores obras podemos citar La dama del alba, Prohibido suicidarse en primavera, Los árboles mueren de pie.

Casona escribe gran parte de su producción teatral en el exilio, aunque en su regreso en 1962 alcanza un gran éxito en España. A diferencia de otros escritores españoles de su generación, sus obras en el exilio siguen la temática y el estilo que caracterizan su teatro anterior a la guerra civil. Los rasgos de su teatro son:

  • Plantea problemas humanos comunes a todos los pueblos.
  • Se defiende a los débiles y se combate la desilusión y la desesperanza.
  • Sus obras son una exaltación de la bondad y la dignidad del ser humano.
  • Utiliza un lenguaje poético: comparaciones, metáforas, léxico...
  1. El teatro de humor

El teatro de humor de la posguerra se caracteriza por un humor de carácter innovador, basado en situaciones inverosímiles o llenas de fantasía, cercanas al teatro del absurdo. Los autores más representativos son Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura; ambos, después de sus primeros estrenos, tienen que modificar sus planteamientos iniciales y adaptarse a las exigencias de un público que prefiere un humor fácil.

4.1. Enrique Jardiel Poncela

Aunque inicia su producción dramática antes de la guerra, escribe sus obras más importantes en la posguerra: Eloísa está debajo de un almendro (1940) y Los ladrones somos gente honrada (1941). Jardiel Poncela rompe con el teatro cómico tradicional y fundamenta su teatro en lo inverosímil, es decir, pretende llegar a un absurdo escénico partiendo de una situación ilógica inicial. Las características de su teatro son:

  • El tema fundamental es el amor, con distintos tratamientos, como el amor reconquistado, desaparecido, imposible o descubierto.
  • Un humor intelectual, en el que destaca el tratamiento lógico del absurdo. Los recursos humorísticos que se utilizan para hacer reír son los contrastes, lo inesperado, el miedo y la combinación de lo ideal y lo vulgar.
  • La atemporalidad del conflicto de los personajes.
  • El encadenamiento de situaciones inverosímiles a partir de un hecho igualmente inverosímil.
  • Los personajes se caracterizan externamente por sus tics y manías.

4.2. Miguel Mihura

Miguel Mihura pertenece a la etapa de renovación del teatro español de preguerra, sin embargo, no es conocido como dramaturgo hasta después de la guerra civil cuando estrena en 1952 su primera obra teatral, escrita veinte años antes: Tres sombreros de copa. En una primera etapa (1932-1946) su obra dramática se acerca al teatro del absurdo, pero siempre con una intencionalidad crítica. En una segunda etapa (1953-1968), se adapta a los gustos del público y el humor pierde su capacidad crítica.

Toda su obra dramática es una crítica de los convencionalismos o imposiciones sociales que ahogan la libertad de la persona y, por lo tanto, su felicidad. Mihura emplea el humor para expresar esta crítica y acercarse a los problemas humanos. Es, por lo tanto, un humor serio que se aleja de la risa fácil del teatro tradicional. La comicidad de su teatro reside en la ruptura de lo lógico, para ello crea situaciones absurdas. Su obra más importante es Tres sombreros de copa.

4.3. Tres sombreros de copa

En esta obra se nos presenta a Dionisio, el protagonista, que está pasando la noche anterior a su boda con Margarita en un hotel de provincias. Allí, conoce a Paula, integrante de un espectáculo de variedades, que le descubre el mundo de la fantasía y de la libertad. Nace el amor entre ellos. Dionisio se da cuenta de que ha vivido una existencia sometido a la norma y ahora tiene la oportunidad de ser feliz, pero su incapacidad para rebelarse y la presión de otros personajes frustran el intento y se casa con la mujer que le han impuesto.

Los personajes de la obra representan dos mundos enfrentados e irreconciliables entre sí:

- Dionisio, don Sacramento (padre de su prometida) y Margarita reflejan los valores de una sociedad burguesa que se rige por la el dinero, las normas y los convencionalismos sociales.

- Paula y los personajes del espectáculo de variedades son el símbolo de una sociedad que no se ajusta a unas reglas ni a una moral convencional, sino a una vida errante, alegre y libre, en apariencia.

Tres sombreros de copa responde a las tres reglas clásicas del teatro (unidad de tiempo, lugar y acción), sin embargo, la obra supone una ruptura con lo lógico, con lo que enseña la experiencia. El uso de la ironía y el humor para ridiculizar la falsa moralidad, la distorsión del lenguaje, el razonamiento ilógico e inverosímil de los propios personajes y la presentación de situaciones absurdas son algunos de los recursos que el autor utilizar para lograr esta ruptura formal.

Destaca especialmente en la obra el fatalismo y la resignación de los personajes ante una felicidad imposible, y al lado, el imposible encuentro entre dos concepciones de vida distintas:

- Dionisio y Paula han buscado la felicidad por separado; si antes de conocerse no la encontraron, juntos tampoco la conseguirán; su unión es imposible porque conciben la vida de formas muy diferentes, Paula representa el mundo del espectáculo, la libertad, la alegría, el mundo de la imaginación, el anticonvencionalismo, mientras que Dionisio representa al mundo burgués, aburrido, lleno de convencionalismos sociales. Pero ambos están enamorados y aburridos de sus respectivos mundos. La reflexión del espectador es que por mucho que ellos se distancien al final, aceptando su trágico destino, sus mundos no son tan diferentes, ambos son monótonos y en los dos hay falsedad y engaño. Dionisio vive aburrido en una casa de huéspedes de provincias, abatimiento que acabará, según él, cuando se case, y Paula lleva la vida monótona del espectáculo, de ciudad en ciudad. Tanto Dionisio como Paula viven una existencia monótona y se sienten atraídos por el opuesto, ninguno se adapta a su ambiente, pero tampoco quieren llevar la vida del otro.

- En cuanto a las unidades clásicas, se respetan escrupulosamente las constantes tiempo, espacio y acción: la acción transcurre en una sola noche, a través de las acotaciones de los personajes somos conscientes del paso del tiempo; la acción transcurre en un espacio único, la habitación que ocupa Dionisio la noche anterior a su boda en el hotel de D. Rosario; las acciones secundarias la (relación Paula-Buby o Fanny-.militar) carecen de interés y sólo sirven para comprender mejor la acción principal.

- Simbología: el título de la obra nos conduce al elemento de unión entre los dos mundos: el sombrero de copa, que es empleado como parte del traje de etiqueta de los caballeros, como tocado de las bailarinas del music-hall y como instrumento en los números de magia o juegos malabares; Dionisio, como hombre previsor, se ha comprado dos para su boda, y su futuro suegro le regala un tercero. Sin embargo, ninguno de los tres le da la solemnidad que el protagonista busca (uno le hace la cabeza grande, otro le está pequeño y el tercero le hace cara de salamandra), los sombreros pierden su valor solemne y se convierten en un elemento de espectáculo, acentuado por el hecho de que ningún personaje de la compañía cree que se trata de un elemento del traje de etiqueta, todos creen que Dionisio es malabarista y juegan con sus sombreros, estropeándolos todos como consecuencia de la juerga nocturna. Al final Dionisio se ve obligado a asistir a la ceremonia con un sombrero “prestado” de la compañía.

  1. El teatro comprometido

Este teatro, de protesta y de denuncia, surge en España a principios de la década de los cincuenta. Los dramaturgos, al igual que la novela y la poesía sociales, y a pesar de las limitaciones que imponía la dictadura, intentan burlar la censura, reflejar y denunciar las injusticias sociales, y exponer su visión crítica de la sociedad, para que el espectador adopte una postura ante la realidad de España. A lo largo de casi tres décadas, los dramaturgos recurren a distintos principios estéticos:

- En la década de los cincuenta se impone el drama realista. Los escritores aluden a la realidad, repleta de penas de muerte, ejecuciones, presos políticos, represión ideológica y hambre, directamente o a través de metáforas. Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre iniciaron esta corriente. El primero escribe un teatro social y de testimonio; el segundo , un teatro comprometido y de signo político

- En la década de los sesenta se desarrolla el realismo social. Escritores como Lauro Olmo, La camisa (1962), y Carlos Muñiz, El tintero (1927), denuncian los problemas sociales: las penurias económicas de los obreros, las dificultades de adaptación de los emigrantes, la deshumanización de la burocracia, etc. Todos ellos se encontraron con numerosas dificultades para estrenar y muchas de sus piezas no se representaran hasta después de la muerte de Franco.

- En la década de los setenta se produce una fuerte reacción contra el realismo. Los autores, sin abandonar la intención crítica, buscan la experimentación y nuevas formas de comunicación con el público. Destacan Francisco Nieva y Fernando Arrabal

5.1. Antonio Buero Vallejo

Buero Vallejo nació en Guadalajara en 1916. Estudio Bellas Artes. Al comienzo de la Guerra Civil se alistó en el ejército republicano. Tras la guerra fue condenado a muerte. Esta pena fue conmutada por su internamiento en prisión y por la libertad condicional en 1946. Tres años después, estrena Historia de una escalera, que marca el inicio de una nueva etapa en el teatro español. Supone una ruptura con los escenarios burgueses y lujosos y con la temática de las comedias de evasión. Recibió numerosos premios y desde 1972 perteneció a al Real Academia de la Lengua. Murió en el año 2000.

Buero es ante todo un trágico. Pero, según él, su tragedia no es pesimista: su misión es inquietar, plantear problemas e impulsar a una lucha contra los obstáculos que se oponen al desarrollo de la dignidad del hombre. Su temática gira, en efecto, al anhelo de realización humana y sus dolorosas limitaciones: la búsqueda de la felicidad, de la verdad o de la libertad se ve obstaculizada o frustrada por este mundo en que vivimos. Pero ello ha sido enfocado por Buero en un doble plano:

  • Un plano existencial: la meditación sobre el sentido de la vida, sobre la condición humana;
  • Un plano social: la denuncia de injusticias, desde un exigente sentido ético y político.

Estos dos planos aparecen entremezclados en su obra, pero en su trayectoria pueden señalarse varias etapas:

Primera etapa. En ella predomina el enfoque existencial. Iría hasta 1955 y en ella destacarían las dos primeras obras, Historia de una escalera (1949), que es el drama de la frustración visto a través de dos generaciones., y, En la ardiente oscuridad (1950), cuyos personajes, ciegos, encarnan o la resignación o la rebeldía ante su desgracia, símbolo de la condición humana. A estas obras siguieron otras obras que marcaron fechas importantes en el teatro español como La tejedora de sueños (1952) o Madrugada (1953).

Segunda etapa. Predomina el enfoque social. Va desde 1955 a 1970. Se inicia con Hoy es fiesta y Las cartas boca abajo, con ambientes parecidos a los de su primera obra, pero acentuando los condicionamientos sociales. El autor cultiva luego un tipo especial de drama histórico. Así, entre otras, estrena Las Meninas ( sobre Velázquez) y El concierto de San Ovidio (situado en Francia, poco antes de la Revolución). Pero el argumento histórico es sólo un pretexto para plantear, salvando la censura, problemas actuales. A esta época pertenece también El tragaluz (1967), importante drama de una familia cuyos miembros adoptaron distintas posturas en una guerra civil.

Tercera etapa. A partir de 1970, sin perder alcance existencial, los contenidos sociales y políticos de sus obras se hacen más explícitos: la cárcel, la tortura, el terrorismo..., como por ejemplo, en la obra tal vez fundamental de la etapa, La Fundación (1974), que presenta a varios presos políticos, cuyas actitudes sus citan reflexiones importantes sobre el compromiso, la opresión, la lucha por la libertad, etc. En esta etapa, Buero introduce ciertas novedades técnicas: ciertos recursos escénicos o de luminotecnia que obligan al espectador a ver la realidad desde el punto de vista de ciertos personajes; la mezcla de lo real y lo imaginario; y el desorden cronológico.

En el conjunto de su obra podemos identificar unos elementos constantes:

- La dimensión simbólica de los recursos escénicos. La ceguera y la oposición oscuridad / luz son dos símbolos fundamentales en sus obras. La ceguera representa las limitaciones humanas y la trágica soledad; por el contrario la luz simboliza la verdad. Otras limitaciones físicas de los personajes (sordera, mudez) tienen una significación similar.

- Los personajes encarnan actitudes opuestas en el modo de afrontar la realidad: unos, activos y solidarios; otros, contemplativos (inactivos o llenos de angustias y dudas). Con esta oposición el autor busca provocar la reflexión en el espectador y que éste tome partido por uno de ellos.

- El efecto de inmersión. Buero presenta la realidad al espectador tal como la vive el personaje para que pueda identificarse con él. Así, en una escena donde interviene un ciego, se apaga la luz para que el espectador viva también la oscuridad.

- El detallismo de las acotaciones. Éstas no sólo describen minuciosamente los escenarios, sino también los gestos, los movimientos y las actitudes de los personajes. Asimismo se detallan las explicaciones sobre los efectos especiales.

5.1.1. Historia de una escalera

Historia de una escalera es la historia de una frustración individual y colectiva, ya que ningún personaje del drama escapa a un destino sórdido.

La acción se desarrolla en la escalera de una modesta casa. En esta escalera, símbolo de la inmovilidad y de la pobreza, sus inquilinos, (dos generaciones) ven transcurrir treinta años sin que nada cambie para ellos. Fernando y Carmina, antiguos novios y ahora fracasados en sus matrimonios con Elvira y Urbano, incapaces de transformar sus condiciones de vida y los sueños que alimentaban de jóvenes, observaran como en sus respectivos hijos se repiten las mismas palabras esperanzadoras que ellos dijeron hace treinta años y que tan pronto fracasaron.

A comienzos del primer acto se desarrolla un diálogo muy importante para el desarrollo de la obra entre dos jóvenes: Fernando y Urbano. De una manera muy sencilla y directa se retrata la sicología de ambos personajes. Ambos no están conformes con la sociedad en la que viven y ambos esperan un futuro mejor. Pero se diferencian radicalmente en su manera de concebir el futuro y en el modo de luchar por él. Fernando es individualista e insolidario. Urbano es todo lo contrario: solidario y colectivista. La discusión entre ambos jóvenes termina en una especie de apuesta para ver quién de ellos llega más lejos (“Te emplazo para dentro de 10 años,” dice Fernando). Urbano, no muy entusiasmado con la apuesta, responde que lo más fácil es que dentro de 10 años, todos sigan subiendo esa escalera. Ahora bien, no por ello deja de haber una íntima y radical esperanza (“Si yo llego, llegaremos todos”).

Ambas posturas desembocan en el más completo fracaso, lo que el espectador comprobará en el segundo acto (cuya acción transcurre diez años después del primero) y en el tercer acto (cuya acción transcurre 20 años después del segundo). Efectivamente, Fernando y Urbano no han llegado a ninguna parte. Siguen viviendo una existencia mísera. Continúan subiendo y bajando esa escalera impasible y la vida se les va de las manos sin poder realizar en ella ese destino mejor, al que aspiraban en sus años juveniles.

El fracaso no es sólo social y profesional, también es familiar o amoroso. El primer acto terminaba con la declaración de amor de Fernando a Carmina. Pero en el segundo acto vemos que Fernando se ha casado con Elvira, hija de don Manuel (un pequeño comerciante) por su dinero. Este matrimonio es un desastre, que se agravará cuando muera el padre y su fortuna sea derrochada. Urbano, por su parte, se casará con Carmina, pero Carmina no lo quiere, porque sigue queriendo a Fernando. Aceptó el amor de Urbano, porque no quería quedarse soltera y porque Urbano le parece una buena persona. Este matrimonio también fracasará.

  1. El teatro independiente

El teatro independiente surge a finales de los años 60 del siglo XX como un tipo de teatro nuevo y muy innovador cuyo origen era el teatro universitario. Se llama teatro “independiente” porque busca una nueva manera de hacer teatro (rechaza, por tanto, el teatro conservador) a través de una estética especial que incluía las nuevas técnicas europeas (el teatro del silencio o el teatro en la calle; la importancia de la expresión corporal, de la música, el decorado o las nuevas tecnologías; y la participación del público). Pero no hay que olvidar que también es un teatro que se esfuerza por ser independiente económicamente, intentando autofinanciarse. Este tipo de teatro lo iniciaron L´Escola Dramática Adrià Gual y el grupo de teatro catalán Els Joglars.

La lista de los grupos teatrales es muy abundante. Destacan La Fura dels Baus (Barcelona), Los Goliardos (Madrid) o La Cuadra (Sevilla) Después de la transición a la democracia, poco a poco fue desapareciendo el teatro independiente porque el poder público ayudaba económicamente a grupos de teatro que tenían un programa y una serie de actuaciones planificadas. Eso hizo que estos grupos se preocuparan por tener una buena formación teatral, por trabajar y cuidar mucho sus obras y así poder integrarse a la nueva situación.

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