Estructuración del lenguaje ii. Nivel léxico-semántico

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Autor: mirka2
Typ práce: Ostatné
Dátum: 22.11.2021
Jazyk: Španielčina
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Estructuración del lenguaje ii. Nivel léxico-semántico

  1. La palabra

El conjunto de palabras que conforma el castellano recibe el nombre de léxico español y la ciencia que se ocupa de su estudio es la lexicología. Aunque el léxico está recogido de una forma ordenada en los diccionarios, los hablantes no tenemos conocimiento del total de palabras que lo integran. Podemos definir la palabra como la unidad lingüística compleja formada por unidades más pequeñas a las que llamamos monemas.

  1. Los monemas: lexemas y morfemas

2.1. La doble articulación del lenguaje: monemas y fonemas

Fue el lingüista francés André Martinet el que primero hizo referencia a la doble articulación del lenguaje y al carácter divisible del signo lingüístico en unidades menores: los monemas y los fonemas

- Primera articulación del lenguaje

Los monemas forman la primera articulación del lenguaje. Las palabras pueden descomponerse en unidades más pequeñas con significado. Los monemas son cada una de esas unidades más pequeñas con significado:

Niñ

-o-

-s

Persona de corta edad

Indica género masculino

Indica número plural

- Segunda articulación del lenguaje

 A su vez, esta palabra puede fragmentarse en otras unidades más pequeñas carentes de significado e indivisibles: los fonemas. Estos pertenecen a la segunda articulación del lenguaje humano y poseen un carácter distintivo, ya que permiten diferenciar significados.

/n/+/i/+/ň/+/o/ /n/+/i/+/d/+/o/

2.2. Los monemas y su clasificación

Existen dos clases de monemas, en función del significado que aportan a la palabra:

  • Lexema: es el monema que contiene el significado léxico de la palabra.
  • Morfema: es el monema que se adjunta al lexema para dotar a la palabra de significado gramatical (género, número, persona...)

Si identificamos el tipo de monemas que constituyen la palabra niños, el resultado es el siguiente:

Niñ - o - s

LEXEMA MORFEMAS

Aportan el significado Aportan el significado gramatical

léxico de la palabra: de la palabra: género y número

“persona de corta edad”. respectivamente.

Según la naturaleza del morfema, se establece la siguiente clasificación.

  • Libres o independientes. Son morfemas que acompañan a los lexemas sin unirse a ellos: los determinantes, las preposiciones y las conjunciones.
    • el día ? el artículo (el) proporciona al lexema (día) el morfema de género (masculino)
    • chocolate con churros ? la preposición (con) acompaña a los lexemas chocolate y churros, pero no forma parte de ninguno de sus lexemas.
  • Trabados o dependientes. Aparecen unidos al lexema para obtener significado léxico, ya que aisladamente carecen de él. Según el significado gramatical que aporten, se dividen en flexivos y derivativos:
  • Flexivos: se adjuntan a los nombres, los adjetivos y los verbos sin modificar sustancialmente su significado léxico. En el caso del nombre y el adjetivo, aportan género – masculino, femenino – y número – singular, plural -; en el caso del verbo, modo, tiempo, aspecto, número y persona, es decir las desinencias verbales.

ancian- a - s manipul - a - ba - is

género número modo tiempo y aspecto persona y número

femenino plural

  • Derivativos: se unen a los lexemas y modifican su significado: Reciben también el nombre de afijos y, según la posición que adopten con respecto al lexema, se clasifican en:

- Prefijos: si aparecen delante del lexema (des-hacer , pre-acuerdo)

- Sufijos: si aparecen detrás del lexema (lider-ato, rival-idad)

- Infijos: si aparecen entre el prefijo y el lexema (in-a-movible)o entre el lexema y el sufijo (mar-in-ero)

  1. Formación de palabras

A partir de diversos mecanismos de combinación de lexemas y morfemas, obtenemos palabras simples, compuestas, derivadas, parasintéticas y acrónimas:

Las palabras simples están constituidas por un solo monema, ya sea lexema (chocolate) o morfema libre (por), o bien por un lexema con los mofemas flexivos (chicos).

Las palabras derivadas están formadas por un lexema al que se adjunta cualquier tipo de morfema dependiente derivativo (carnicería, extraordinario). Al adjuntarse a los lexemas, los morfemas derivativos pueden ocasionar:

 un cambio en la categoría gramatical de la palabra que forman

Durar (verbo) ? duración (sustantivo) batir (verbo) ? imbatible (adjetivo)

Fino (adjetivo) ? finura (sustantivo) península (nombre) ? peninsular (adjetivo)

un significado específico a la palabra derivada

Muñequ-ita ? diminutivo

Grand-ote ? aumentativo

Bich-arraco ? despectivo

Los sufijos pueden denotar otros usos:

- afecto: flacucho, abuelita

- humor: blandengue, señoritingo, frescales, vivales...

- cortesía: Necesito una semanita más para terminar el trabajo

 Las palabras compuestas se generan por la suma de :

  1. a) un lexema + lexema (para+aguas, saca+corcho)
  2. b) morfema libre+morfema libre (con + que, por + que)
  3. c) morfema libre + lexema (sin fin, con+suegro).

Las palabras parasintéticas son el resultado de la suma de dos o más lexemas a los que se incorporan morfemas derivativos, es decir, se combinan los procedimientos de composición y derivación: (verdi+negr+uzco, pica-pedr-ero)

Las palabras acrónimas son aquellas palabras producto de las letras iniciales, y a veces de sílabas, de otros términos.

Sida ? Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida

Otan ? Organización del Tratado del Atlántico Norte

Se escriben con minúscula y se utilizan como palabras porque se les aplican normas gramaticales (tilde, morfemas flexivos y derivativos):

Ovni (Objeto Volador No Identificado) ? ovnis

No debemos confundir este concepto con el de sigla. La formación de las siglas coincide exactamente con la de los acrónimos, pero éstas se escriben en mayúsculas y no se utilizan como palabras: SA (Sociedad Anónima), RTVE (Radio Televisión Española)...

  1. El origen del léxico español

Los primeros pobladores de la Península Ibérica hablaban diversas lenguas (las lenguas prerromanas), de las cuales sólo ha sobrevivido el vascuence o euskera. En el año 218 a. C. los romanos empezaron la ocupación de la península. Después de casi doscientos años, los romanos terminaron ocupando toda la península excepto la zona norte e impusieron su lengua, el latín, a todo el país, excepto un territorio a ambos lados del Pirineo Occidental, en el que se siguió hablando el euskera. El latín que la gente hablaba era el “latín vulgar”, es decir, la forma coloquial y descuidada de dicho idioma. Y a lo largo de los siglos, ese latín fue evolucionando lentamente hasta dar origen al castellano o español. Es español es, como el catalán, el gallego, el francés o el italiano, una lengua romance.

Toda lengua ha sido influida por las circunstancias históricas por las que han pasado los pueblos que la usan. En el léxico es donde se manifiesta la huella de la historia con mayor evidencia. En el caso del castellano tres son las fuentes principales del léxico:

  1. A) Las palabras patrimoniales. La mayor parte de nuestro vocabulario deriva del latín vulgar hablado, que nos trajo la conquista romana de la península: este vocabulario ha experimentado una evolución fonética que se considera propia del castellano y constituye las dos terceras partes del total. Llamamos, pues, palabras patrimoniales a aquellos términos de procedencia latina y griega que entraron en el español muy pronto (formaron ya parte del latín hispánico) y son usadas hoy en día de forma general por los hablantes.

Audire (latín) ?oír(castellano)

Filius (latín) ? hijo(castellano)

  1. B) La aportación culta. Cuando las palabras recibidas provienen (con modificaciones levísimas o sin ellas) del griego clásico y del latín, en época tardía, y normalmente a través de la lengua escrita se denominan cultismos. Los cultismos (computar, limitar, cúbito...) son palabras que no han experimentado los cambios fonéticos normales: han llegado al español sin haber evolucionado

Spiritu (latín) ? espíritu (castellano)

Fructifer (latín) ? fructífero (castellano)

Nocturnus (latín) ? nocturno (castellano)

Benevolus (latín) ? benévolo (castellano)

Hay que tener en cuenta que una misma palabra latina ha podido dar al español una palabra patrimonial y un cultismo. A estas palabras se les llama dobletes: Este fenómeno se produce cuando la misma palabra latina se introduce en el español en dos momentos diferentes y a través de dos vías distintas; la patrimonial, a partir de la lengua oral, y la culta, a través de la lengua escrita.

LatínPatrimonialCultismo

Laborare Labrar Laborar

Cathedra Cadera Cátedra

Una gran parte de los términos técnicos propios de las diferentes ciencias (los tecnicismos) está constituida por cultismos.

  1. C) Los préstamos léxicos. La palabra de un idioma que se incorpora de otro se denomina préstamo léxico. Se trata de otro medio de aumentar las palabras de una lengua. Todas las lenguas se enriquecen por este procedimiento. Algunos préstamos ya se incorporaron al latín hispánico en época temprana. Otros se han ido incorporando al castellano en épocas más cercanas.

Al latín hispánico pasaron (y de él al castellano) una cuantas palabras de las lenguas prerromanas. Son las voces prerromanas : barro, vega, arroyo, páramo, balsa y losa.

Los visigodos nos aportaron pocos vocablos, pues adoptaron el latín rápidamente. Son ejemplos de germanismos los siguientes términos: espía, ganar, guante, rico, blanco, burgo, guerra, guardar, blanco y ropa.

La presencia de los árabes en la península durante casi ochocientos años dejó huellas profundas en el idioma. Hay más de 4000 arabismos que hoy permanecen en el castellano, que pertenecen a las más diversas áreas del vivir: la vida militar y política (alférez, alcalde, alguacil), el comercio (almacén, aduana, tarifa,), el vestido y la vivienda (alcázar, azotea, alcantarilla, alfombra, albornoz, azulejo), las ciencias (álgebra, cifra, cero, alcohol) oficios (albañil, alfarero) y la agricultura (arroz, zanahoria, aceite, azúcar, sandía, noria, aceituna y algodón.)

Del francés, en dos etapas principalmente (durante la Edad Media a causa del camino de peregrinación a Santiago de Compostela y a partir del siglo XVIII por la influencia social y política del país vecino) nos han quedado abundantes galicismos: jardín, sargento, monje, hereje, batalla, jamón, salvaje y mantel (de la primera época); coqueta, corsé, mensaje, cretino, gabinete, funcionario, espectador, chaqueta y bufanda (de la segunda.)

Las relaciones culturales con Italia durante el Renacimiento nos aportaron numerosos italianismos relativos al arte o lo militar.: soneto, novela, pícaro, fachada, escopeta, centinela y piloto.

El descubrimiento de América supuso la aparición en Europa de términos propios de las lenguas indígenas americanas. Son americanismos, : tomate, patata, chocolate, cacao, caníbal y huracán.

Desde la revolución industrial en Inglaterra y por la influencia universal del mundo anglosajón, se han venido incorporando anglicismos: mitin, líder, cheque, fútbol, vagón, yate, club y túnel.

También hemos recibido prestamos de otras lenguas peninsulares: galleguismos, del gallego (chubasco, morriña), catalanismos, del catalán (clavel, forastero, bandolero, paella, faena y pesetas), lusismos, del portugués (caramelo, mermelada, mejillón y ostra) o vasquismos modernos, del euskera (pizarra, izquierda, chabola y boina.)

Si los préstamos son recientes, los denominamos neologismos. Aunque también reservamos ese término para las palabras de nueva creación (pasota, bocata) o que han recibido un significado distinto (tronco como “amigo”).

Los préstamos extranjeros pueden presentarse bajo la forma de calcos, es decir, traduciéndolos con términos españoles (así, del inglés week-end y honeymoon se han calcado fin de semana y luna de miel); o bien, adaptándolos a nuestra pronunciación y ortografía (club, barbacoa). En ocasiones, los préstamos se mantienen en su forma original y se pronuncian de manera parecida a la de la lengua de procedencia. Se llaman xenismos y son vocablos como boutique, camping y sandwich.

  1. El significado de las palabras: denotación y connotación

La parte de la lingüística que estudia el significado del signo lingüístico, las relaciones semánticas y los cambios de significación que se han producido en las palabras es la semántica. Esta disciplina considera que el significado se puede descomponer en unidades menores, que reciben el nombre de semas:

PERRO: “animal” “canino” “doméstico” 

Sema1 Sema 2 Sema 3

El significado constituido por los semas puede ser denotativo o connotativo.

  • El perro ladró toda la noche
  • El chucho no me ha dejado dormir en toda la noche

En ambas oraciones las palabras perro y chucho significan lo mismo: ”animal canino doméstico”. Este significado conceptual de las palabras se denomina denotativo y es el conjunto de rasgos semánticos que se atribuyen a un término.

En cambio, observamos que al utilizar el término chucho le otorgamos un cierto matiz despectivo. El conjunto de matices o sensaciones vinculadas a un determinado significado denotativo es lo que llamamos significado connotativo.

Así pues, en muchas palabras el significado básico o denotación va acompañado de connotaciones de diverso tipo. Esas connotaciones pueden ser de validez muy común: para la generalidad de los hablantes, la palabra aurora, además de denotar “salida del sol”, tiene connotaciones positivas (“esperanza”, etc.); en cambio, ocaso comporta notas negativas (“decadencia”, “muerte”). Pero las connotaciones pueden ser algo muy personal. Para cada hablante, ciertas palabras tendrán resonancias muy distintas. Y estas connotaciones individuales tienen gran importancia en el lenguaje poético: para un poeta, luna tendrá connotaciones amorosas; mientras que para otro las tendrá, tal vez, de “muerte” (por ejemplo, en García Lorca).

Las connotaciones o las sensaciones que nos evocan las palabras pueden ser de diversa índole: estilísticas (decimos can, perro o chucho según el nivel de la lengua que utilicemos – nivel culto, coloquial y vulgar, respectivamente -), ideológicas (términos como nación, patria, revolución, estado... adquieren matices diferentes según la ideología del hablante), afectivas (padre, papa, padrastro), culturales...

  1. Campos semánticos y campo léxico

Una de las maneras de organizar nuestro vocabulario consiste en la formación de campos semánticos y campos léxicos.

Si observamos los semas que forman el significado de las palabras silla, sillón, taburete y banco, detectamos que uno de ellos es común:

SILLA

SILLÓN

TABURETE

BANCO

“asiento”

“con patas”

“con respaldo”

“para una persona”

“asiento”

“con patas”

“con brazos”

“con respaldo”

“para una persona”

“asiento”

“sin brazos”

“ni respaldo”

“para una persona”

“asiento”

“con patas”

“con o sin respaldo”

“para varias personas”

Estos términos forman un grupo de palabras que se relacionan entre sí. Poseen significantes distintos pero comparten una nota significativa (un sema: asiento). Cuando este fenómeno se produce entre varias personas constituyen un campo semántico. El resto de los semas sirve para establecer las diferencias entre ellos.

Por el contrario, cuando un grupo de palabras, además de guardar una afinidad de significado, presenta el mismo lexema, decimos que se ha formado un campo o una familia léxica.

LÍMITE: limitar, limitación, limitado, delimitar

Los términos que conforman el campo léxico de una palabra primitiva – por ejemplo, campo – se originan mediante los procedimientos de formación de palabras vistos con anterioridad.

? campestre ? camp + estre ? derivación

campo ? camposanto ? campo+santo ? composición

? centrocampista ? centro+camp+ista ? parasíntesis

Los campos léxicos se clasifican en regulares e irregulares en función de si presentan el mismo lexema o una variación:

Campo léxico regular

Campo léxico irregular

Pan ? panadero, panadería, empanar, empanada...

 Hielo ? deshielo, helado, helar, heladería, congelado...

En el primer caso, la familia léxica se ha formado don el mismo lexema (pan); en el segundo, vemos ciertas irregularidades en el lexema (hiel, hel, gel)

  1. Las relaciones semánticas

Hay un gran número de palabras que se relacionan en función del significado y significante que presentan. Si tenemos en cuenta estas relaciones, obtendremos la siguiente clasificación.

Tipo de relación semántica

Clase de palabra

Identidad de significados

Sinónimas

Identidad de significantes

Polisémicas

Oposición de significados

Antónimas, complementarias, recíprocas

Aunque no contemplamos las palabras parónimas dentro de esta tipología, también veremos en que consisten.

Existen signos lingüísticos en los que un único significante se corresponde con un solo significado: abad, hospital o grisú

Sin embargo hay ocasiones en las que asociamos dos o más significantes a un mismo significado. Entonces decimos que entre los términos se establece una relación de sinonimia o que son palabras sinónimas: dolor / padecimiento, insuficiencia / carencia, noche / ocaso...

En muy pocas ocasiones dos palabras tienen un significado exactamente igual y pueden ser intercambiables en todos los contextos y situaciones (sinónimos totales o absolutos), aunque si podemos señalar algunos casos como asno y burro, maceta y tiesto. Lo normal es que entre los sinónimos puedan establecerse ciertas diferencias o matices (sinónimos parciales):

  1. Los sinónimos sólo lo son en alguna de sus acepciones, pero no en todas, por lo que no son intercambiables en todos los contextos y situaciones: rojo ( 1.color y 2. comunista) colorado (1. color)
  2. Uno de los sinónimos puede ser más usado que el otro: fútbol y balompié (se usa más el primero).
  3. Puede haber entre ellos diferencias de registro:

alopecia ? lenguaje técnico calvicie  ? variedad común

áncora ? lenguaje literario o poético ancla ? variedad común

tarro ? nivel coloquial cabeza ? variedad común

  1. Uno de los términos puede ser propio de una región o zona y otro puede ser de uso general (sirimiri, propio del País Vasco; y llovizna, general).
  2. Un sinónimo puede ser un eufemismo. En retrete-servicio-baño, los dos últimos son eufemismos.

Las palabras que con un significante común presentan más de un significado se denominan polisémicas: planta, arco, pata, gato... Se trata de palabras, que, con el curso del tiempo, han adquirido o desarrollado varias acepciones. Así “hoja” puede referirse a la hoja de un árbol, la hoja de un cuaderno, la hoja de una navaja

Los homónimos son palabras con la misma forma pero de significado diferente porque proceden de dos palabras también diferentes. La evolución de los sonidos a lo largo de la historia de la lengua española ha hecho que estas palabras coincidan en la forma:

CARDINALE “principal” (latín) ? CARDENAL “dignidad eclesiástica” (español)

CARDINU “azulado” (latín) ? CARDENAL “golpe en la piel” (español)

La homonimia se diferencia de la polisemia en que aunque las palabras suenan igual actualmente, proceden de dos palabras diferentes. Sin embargo, el fenómeno de la polisemia se produce porque una sola palabra, ya en su origen, se ha ido cargando de nuevos significados. Por ejemplo, el diccionario registra más de veinte acepciones para el verbo abrir, pero abrir procede de una sola palabra latina: aperire.

Hay dos clases de homónimos:

Los homónimos homófonos, que suenan igual pero se escriben de forma diferente: El balido de las ovejas / el valido de Felipe IV.

Los homónimos homógrafos, que se pronuncian igual y se escriben igual: Compró un par de botas (del francés botte) de montar/ una bota (del latín butte, “odre” de vino) para beber.

Las palabras parónimas son las palabras de diferente significado que, a pesar de ello, se asemejan mucho por su sonido: voto / veto, recabar ( pedir o reunir) / recaudar (cobrar dinero), actitud ( comportamiento) / aptitud (capacidad)...

Son muchas las parejas de palabras que mantienen entre sí una relación de oposición en sus significados. Pero como la naturaleza de esta oposición es diferente, hemos de tener en cuenta esta clasificación:

Palabras antónimas

Son las palabras que tienen significados opuestos, pero existe una gradación entre ellos.

Entre : caro / barato existe asequible

cálido / frío existe templado

grande / pequeño existe mediano

Palabras complementarias

Son palabras con significados opuestos, de modo que afirmar uno supone negar el otro.

aprobado / suspenso

vivo / muerto

aceptar / rechazar

Palabras recíprocas

Son palabras que designan realidades que se implican: la existencia de una exige necesariamente la existencia de la otra

abuelo / nieto

dar / recibir

pagar / cobrar

  1. Los cambios semánticos

De la misma manera que las palabras han evolucionado en su forma desde el latín hasta el castellano (cambios fonéticos), también muchas han ido cambiando de significación (cambios semánticos). Este fenómeno se produce en la lengua con asiduidad. Puede ocurrir que haya extensión del significado (una palabra se aplica a más realidades), reducción o restricción del significado ( una palabra se aplica a menos realidades) o sustitución ( la palabra pasa a significar algo totalmente distinto).

Cambios por extensión. La palabra latina passer significa “gorrión”, pero dio pájaro, ampliando su significado. Lo mismo sucedió con palabras como caballo (en su origen, sólo “caballo de labor), dinero (que era sólo una clase de moneda) o academia ( que fue el nombre de la casa de un tal Academo).

Cambios por restricción. Es lo que sucedió con la palabra labrar (laborare en un principio significa trabajar). O con colgar (que significaba “colocar”, como su doblete, y ahora sólo significa “suspender”). Y la misma restricción de significado ha sufrido palabras como segar (en su origen “cortar” en general), lidiar (antes “combatir”), orar (“hablar”), ángel (“mensajero”)... Algunas palabras han restringido su significado por factores sicológicos: así, droga (antes “producto químico”) ha sufrido lo que llamamos un envilecimiento semántico. Lo contrario, ennoblecimiento, se ha dado en palabras como suerte o fortuna, que en su origen podían ser buenas y malas.

Cambios por sustitución. Consiste en que una palabra pasa a designar algo totalmente diferente de lo que en un principio significaba. Bárbaro originariamente significaba “extranjero”. Hoy quiere decir “fiero, cruel”. A veces el nombre de una cosa es sustituido por el nombre de otra cosa en virtud de una semejanza o una relación que el hablante establece entre ellas. Con ello, una palabra adquiere nuevos significados (se producirá, pues, polisemia). Dentro de esta clase de cambios semánticos figuran fenómenos muy importantes, como son la metáfora y la metonimia.

Cuando un poeta llama perlas a los dientes de una mujer, está haciendo una metáfora: dar a una cosa el nombre de otra, en virtud de una semejanza que observa entre ellas. Y decimos que, en ese caso, la palabra perlas está usada en sentido figurado. Pero la metáfora no es algo exclusivo de los poetas. Todos empleamos corrientemente metáforas: decir de alguien que es un lince, un león, un pedazo de pan, un sol, un tarugo... Y son metáforas: la cabeza de una aguja, la boca del metro, el ojo de una aguja, la cola de un cine, las arterias de una gran ciudad, la red ferroviaria, etc.

La metonimia consiste en darle a una cosa el nombre de otra, pero no en virtud de una semejanza, sino de una relación. Es la relación que hay, por ejemplo, entre un lugar y algo que se produce en él: así, decimos un rioja, un jerez, el valdepeñas, el coñac porque son bebidas alcohólicas que se producen en La Rioja, Jerez, Valdepeñas o Coñac. Por relación de contigüidad, llamamos pies de la cama al lugar donde ponemos los pies al acostarnos. Parecido es hablar del cuello de la camisa, o llamar a un torero espada o hablar de la trompeta o del violín de la orquesta. Frecuentes son estas metonimias:

  • designar el contenido por el continente: tomarse una copa (tomarse una copa de vino).
  • designar al todo con el nombre de una parte: cabezas (de ganado ).
  • designar a una parte con el nombre del todo: los mortales (los hombres).

Estos dos últimos fenómenos se designan también sinécdoques.

Los factores o las causas que motivan los cambios semánticos son múltiples y relativamente complejos. Se suelen agrupar según la clase de factores que originan el cambio: factores históricos, psicológicos, sociales y lingüísticos.

Factores históricos. Los avances técnicos, económicos, ideológicos... que se producen con el paso del tiempo provocan, en ocasiones, cambios de significación en las palabras. Si, por ejemplo, la palabra coche significaba “carruaje con cuatro ruedas de tracción animal para personas”, hoy en día tiene el significado de “vehículo automóvil destinado al transporte de personas”.

Factores psicológicos. Algunos cambios semánticos han tenido su origen en una asociación mental. Ésta suele ser causada por la similitud o proximidad de ciertos términos con objetos, animales... Los mecanismos más utilizados en este tipo de cambios son la metáfora y la metonimia.

Factores sociales. En ocasiones, la sociedad rechaza ciertas palabras por poseer para los hablantes connotaciones molestas, desagradables. En este caso se evita el término (tabú) y se sustituye por otro (eufemismo): loco ? demente; cáncer ? enfermedad terminal; viejo ? tercera edad; ciego ? invidente.

Factores lingüísticos. Existen casos en que el cambio semántico se produce por el contagio de significado entre dos palabras que siempre aparecen unidas, una de las cuales se omite: una tarjeta postal ? una postal;

un café cortado ? un cortado.

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