El siglo XVIII

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Autor: mirka2
Typ práce: Ostatné
Dátum: 22.11.2021
Jazyk: Španielčina
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El siglo XVIII

  1. Características generales del siglo XVIII
  2. 1. Aspectos políticos

El hecho político más destacado de este siglo es el cambio de dinastía. A la muerte de Carlos II (1700) se produce una guerra de sucesión entre los pretendientes al trono de España. De un lado, Francia, que, deseosa de mantener su hegemonía europea, aspira a colocar en el trono a Felipe de Borbón, nieto de Luis XIV. De otro lado, el archiduque Carlos de Austria, al que apoyaban las restantes potencias europeas. Al firmarse el Tratado de Utrecht en 1713, Felipe V de Borbón accede al trono, pero a cambio se liquida el imperio español en Europa.

La nueva dinastía, los Borbones, van a ser los monarcas reformistas que traigan a nuestro país el Despotismo Ilustrado, que, con el lema “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, someten al país a una serie de reformas encaminadas a educar y mejorar la situación del pueblo, pero sin contar son su participación.

La política exterior fue desastrosa en Europa gracias a los pactos de familia con los Borbones franceses, que arrastrarán a España a continuas y fracasadas guerras, principalmente contra Inglaterra. Las relaciones de España con las colonias de América conocen, por el contrario, un momento de esplendor.

1.2. Aspectos sociales

En la sociedad dieciochesca siguen existiendo distintos grupos jerarquizados y separados entre sí.

La nobleza, ociosa y adinerada, mantiene los privilegios fiscales (no pagan impuestos) y jurídicos propios de su condición social. A pesar de lo cual, su poder político disminuye.

El clero pierde influencia a causa de la corriente anticlerical propagada por el pensamiento ilustrado, que culmina con la expulsión de los jesuitas. A lo largo del siglo se estableció una clara pugna entre el poder real y el eclesiástico. Al final de la centuria, ante el miedo a la revolución francesa, el gobierno utiliza a la Iglesia para impedir la propagación de la ideas revolucionarias.

La burguesía que continúa dedicándose a sus actividades mercantiles y financieras, experimenta un auge importante. Al igual que las clases populares paga impuestos, pero también goza de una vida acomodada y tiene acceso a la educación. Ayudará a la difusión y triunfo de las ideas de la Ilustración.

El pueblo está formado por una multitud diversa y heterogénea (campesinos, artesanos, obreros...).Sus condiciones de vida empeoran debido al pago de los impuestos, al aumento de población y a la subida de los precios.

1.3. Aspectos económicos

La nueva monarquía se va a encargar de la reconstrucción económica del país: se potencia el comercio interior y exterior; se impulsa la industria española con medidas proteccionistas (la industria textil en Cataluña) y se crean nuevas industrias (las manufacturas de lujo). También se intenta la primera reforma agraria en España.

1.4. Aspectos culturales

A finales del siglo XVII el pensamiento europeo sufre una notable transformación, debido a que todos los principios filosóficos y políticos entran en crisis y son sometidos a análisis y discusión. El movimiento cultural que generó esta actitud crítica se llama Ilustración. Nació en Francia y sus ideas más importantes:

- Se impone la razón para resolver las cuestiones y los problemas que plantea la existencia.

- La experimentación se convierte en la base del conocimiento científico y en el modelo para valorar el mundo y la conducta del ser humano: nada es verdad si no se puede demostrar por vía de la experiencia.

- Todo lo que sigue el orden de la naturaleza es correcto. Es la que debe regular el comportamiento humano y reparar la corrupción que la sociedad ha ejercido sobre el hombre.

- Se critican y anulan las ideas tradicionales y las instituciones retrógradas, porque no contribuyen al progreso de la humanidad.

Estos principios tienen como finalidad conseguir la felicidad del ser humano en la Tierra. Esta época se denomina también el “siglo de las luces”, entendiendo luz como actividad de la razón. La obra que difunde la ideología ilustrada se llama la Enciclopedia, escrita bajo la dirección de Diderot y D’ Alembert. Reúne por orden alfabético todos los conocimientos humanos.

En España, el movimiento ilustrado llega tardíamente, es de breve duración y se muestra más respetuoso con la monarquía y la religión. Como fruto de la intensa actividad cultural se fundan importantes instituciones: la Biblioteca Nacional, la Real Academia Española de la Lengua y la Real Academia de la Historia...

  1. La literatura en el siglo XVIII

El siglo XVIII, fundamental para la modernización de España, no ofrece idéntico esplendor en la literatura por varias razones:

- Hay una preferencia por las actividades de pensamiento como la erudición, la didáctica y la crítica; el cultivo de las letras pasa a ser una actividad complementaria. La didáctica es el género literario más cultivado en este siglo, porque se adapta perfectamente al interés científico y crítico de los escritores de la época y a la difusión de sus ideas y opiniones; por eso, el lenguaje se aleja de la complejidad y oscuridad de los textos barrocos y adquiere un tono más natural y preciso, más sencillo y llano

- Predomina la razón sobre el sentimiento; se reprime este gran motor del arte en nombre de la sensatez.

- Triunfa el Neoclasicismo, de origen francés e italiano, que impone reglas a la creación literaria, oprimiéndola.

En la literatura del siglo XVII podemos distinguir sus dos mitades y una serie de tendencias características.

2.1. La primera mitad del siglo

  1. a) El Barroco tardío

A principios de siglo se cultiva una literatura barroca decadente ( excesos culteranos y dramas exagerados). El único escritor interesante, todavía fiel a los gustos barrocos, fue Diego de Torres y Villarroel (1693-1770), imitador de Quevedo en sus poemas y relatos costumbristas (Visiones y visitas de Torres con Quevedo por Madrid). En ellos el escritor barroco y don Diego recorren las calles de Madrid descubriendo a sus hombres y sus secretos rincones. La ficción del sueño da lugar a la crítica de variadas profesiones y estamentos sociales; pero mientras en Quevedo lo importante eran las consideraciones generales de tipo moral, Torres es un satírico costumbrista y sólo se interesa por las costumbres y la vida cotidiana. Ambos autores utilizan constantes juegos de palabras, metáforas, hipérboles, pero Quevedo va más al fondo y tiende a jugar con las ideas, mientras que Torres se contenta con jugar con las palabras. Pero su obra más importante es su novela autobiográfica La vida de Diego Torres de Villarroel. En ella el autor nos relata los acontecimientos más importantes de su ajetreada historia personal. Se trata de una autobiografía escrita para defenderse de los ataques de sus enemigos. Su vida fue tan variada y pintoresca que en cierta manera parece una novela picaresca.

  1. b) La reacción contra el Barroco

Frente a los excesos barrocos aparecen la recién creada Real Academia Española y diversos escritores que defienden la sencillez y la claridad del lenguaje. Destacan:

- Ignacio Luzán. En su Poética (1737) toma como modelo a los preceptistas franceses e italianos y expone las reglas clásicas que, más tarde, seguirán los neoclasicistas españoles.

- Francisco de Isla. En su novela Fray Gerundio de Campazas, este jesuita con una prosa cargada de juegos de palabras se burla del estilo grandilocuente y barroco empleado por los predicadores en sus sermones. En torno a este tema principal también agrupa otros de carácter secundario: la educación escolástica, la moralidad religiosa y el problema de la ignorancia y de los falsos valores de la sociedad.

- Fray Benito Feijoo (1676-1764). Es la gran figura de su época. Feijoo, benedictino y catedrático de teología, cultivó un solo género: el ensayo. Sigue una metodología basada en la amplia documentación previa y en un criterio firme inspirado en la razón y la experimentación, que, el autor, cree compatibles con la fe religiosa Sus obras más relevantes son Teatro crítico universal (ocho tomos) y Cartas eruditas (5 tomos). En ellas trata cuestiones muy variadas (filosofía, física, literatura...) y difunde los avances del saber europeo. Muchos de estos ensayos combaten supersticiones y falsas creencias populares. Su afán por remediar el aislamiento que sufría nuestro país es una constante en sus escritos. Por otra parte es importante señalar su estilo sencillo y trasparente, lo que supone un alejamiento de los retorcimientos barrocos y un paso hacia la prosa moderna.

2.2. La segunda mitad del siglo

  1. a) El Neoclasicismo

El rechazo de la literatura francesa hace que los jóvenes escritores miren hacia Francia, cuyo prestigio cultural era inmenso. En el siglo XVII (el llamado Gran Siglo Francés), se había producido una literatura basada en los ideales clásicos, que los escritores toman como modelo. Así se implanta en España el Neoclasicismo. Este movimiento, de poca duración, tuvo especial repercusión en el teatro (Leandro Fernández de Moratín ) y en la prosa crítica ( José Cadalso y Gaspar Melchor de Jovellanos). Ambos géneros serán estudiados separadamente.

En general, los escritores neoclásicos intentan someter la creación literaria a unas normas: búsqueda del buen gusto y la armonía, moderación sentimental y expresiva, finalidad didáctica y espíritu crítico (según los ideales de la Ilustración).

La poesía no fue el género más brillante de esta etapa.. Al comienzo se escribe insustanciales temas pastoriles, y más tarde temas morales y filosóficos. La lengua poética carece de fuerza emotiva y de creatividad. Uno de los pocos autores que merece atención es Juan Meléndez Valdés, que cultivó la poesía pastoril y la filosófica. Al final dio entrada a elementos prerrománticos en su poesía como la utilización del romance (que anticipa el gusto romántico por el romance histórico y legendario).

La fábula es uno de los subgéneros destacados del periodo. Recrea escenas entre animales personificados o seres personificados con la finalidad de instruir deleitando. Presenta en sus composiciones gran variedad métrica (versos alejandrinos, endecasílabos...) y estrófica (romances, silvas, décimas...). Tomás de Iriarte y Félix María de Samaniego son los fabulistas más importantes de este periodo.

Iriarte en su obra más importante, Fábulas literarias, dirige ataques contra el estilo literario o contra determinados aspectos personales de los escritores de su tiempo. Samaniego en su obra Fábulas morales recoge las enseñanzas o lecciones de los fabulistas clásicos Esopo y Fedro y especialmente del autor francés La Fontaine. Sus fábulas carecen de las cualidades literarias de Iriarte y tienden al prosaísmo.

  1. b) El Prerromanticismo

El Neoclasicismo fue, como hemos dicho, un movimiento muy breve, que comenzó muy avanzada la segunda mitad del XVIII. A finales de siglo surge, como reacción, el Prerromanticismo, que se opone al Neoclasicismo por los siguientes rasgos:

- Rechaza las reglas, aunque no tan abiertamente como los románticos

- Da más importancia a los sentimientos que a la razón, por lo cual se defiende la literatura frente a otras actividades más “útiles”.

- Expresa el sentimiento sin ningún miedo; por eso, dominan las manifestaciones de tristeza, melancolía o soledad.

- Hay preferencia por los paisajes desapacibles (tormentas, noches, etc.), pues ahora la naturaleza se asocia al sentimiento del autor.

Entre los poetas prerrománticos podemos citar a José María Blanco White, sacerdote que se hizo anglosajón y que, además de sus poesías, publicó en inglés unas importantes Cartas desde España, muy críticas con la vida española.

  1. La prosa crítica y el ensayo de la segunda mitad del siglo XVIII

3.1. José Cadalso

José Cadalso (1741-1782) murió temprana y trágicamente en el bloqueo de Gibraltar. Episodio famoso de su vida fueron sus amores con la actriz María Ignacia Ibáñez; al morir esta, Cadalso, loco de dolor, intentó desenterrar su cadáver, por lo que fue desterrado.

Aparte de una obra teatral (la tragedia neoclásica Sancho García), una colección de poesías (Ocios de mi juventud) y una sátira literaria (Los eruditos a la violeta), es autor de un curioso libro, Noches lúgubres, elegía en prosa en la que recuerda su amor desgraciado con rasgos prerrománticos (ambiente nocturno y sepulcral, exaltación de los sentimientos...).

Debe, sin embargo, su fama a las Cartas Marruecas. Se trata de una novela de carácter epistolar sobre las costumbres del pueblo español. Es una colección de cartas que se intercambian Gazel, un marroquí que viaja por España, y su preceptor, el sabio Ben-Beley, que está en Marruecos. A estas apreciaciones se unen las de un tercer personaje, Nuño, un español ilustrado, amigo de Gazel. De este modo se consigue una visión más o menos objetiva e imparcial de la sociedad española. El libro constituye una visión crítica de la decadencia y de los defectos españoles. Es una de las obras más atractivas del siglo XVIII y un anticipo de lo que será una importante corriente de visión crítica de España que continuará desde Larra hasta la Generación del 98.

3.2. Gaspar Melchor de Jovellanos

Jovellanos (1744-1811) es uno de los españoles más importantes del siglo XVIII.. Fue primero un importante reformador durante el reinado de Carlos III que luchó por reformar la economía, la educación y el sistema judicial del país; pero luego fue perseguido y encarcelado por sus ideas reformistas durante el reinado de Carlos IV. Posteriormente se opuso a la invasión napoleónica.

Escribió poesía (diversos poemas bucólicos y poemas serios como la Sátira sobre la mala educación de la naturaleza) y teatro (la tragedia neoclásica El Pelayo y el drama de fondo social y moral El delincuente honrado), pero es en su prosa crítica y didáctica donde se hallan sus escritos más importantes. Los temas que trata son variados: políticos, históricos, económicos, filosóficos, filológicos, etc. En ellos instruye, formula críticas y propone reformas para elevar la dignidad espiritual y material de España. Entre sus obras destacan:

- Memoria sobre los espectáculos públicos, donde traza un panorama sobre las fiestas y diversiones españolas y da orientaciones para su mejora o reforma (es curiosa su crítica sobre las corridas de toros).

- Informe sobre el expediente de la ley agraria, estudio en el que propone una valiente reforma de la propiedad agraria, entre otras, de las tierras eclesiásticas, por lo que esta obra fue incluida en la lista de libros prohibidos por la iglesia.

- Memoria del castillo de Bellver, estudio histórico y artístico de este bello monumento mallorquín donde estuvo preso.

Jovellanos fue un reformador, no un revolucionario. Quiso, como tantos ilustrados, favorecer al pueblo y dirigirlo paternalmente. Las reformas que defendió hoy pueden parecer moderadas, pero en su tiempo fueron consideradas por los tradicionalistas como subversivas. Su prosa responde al ideal de estilo de su tiempo: es un modelo de claridad, de elegancia, con un perfecto equilibrio entre casticismo y modernidad.

  1. El teatro en el siglo XVIII

En el teatro del siglo XVIII nos encontramos dos corrientes opuestas.

1) Por un lado, el pueblo se mostraba fiel a la tradición teatral del Barroco y a sus continuadores en el siglo XVIII. Por eso durante la primera mitad de este siglo se siguieron los preceptos fijados en el Barroco y el teatro continuó siendo popular y un espectáculo de masas.

2) Por otro lado, los neoclásicos trataron de imponer sus ideas sobre lo que consideraban que debía ser un drama verdadero. Los ilustrados culpaban al teatro del mal ejemplo de degradación moral del país que ofrecía y, al ver en él un vehículo para educar al público, emprendieron una reforma. Por eso, en la segunda mitad del siglo, asistimos a un cambio de perspectiva. Se abandonaron los preceptos barrocos y se siguieron fielmente las reglas fijadas por Ignacio Luzán en su Poética (1737), normas inspiradas en los preceptos grecolatinos:

  • Respeto a las tres unidades de lugar, tiempo y acción, que habían sido abolidas por Lope de Vega
  • Finalidad didáctica y moral de la obra teatral. Debe poner en evidencia y someter a análisis vicios y errores frecuentes.
  • No se debe mezclar la prosa con el verso ni lo trágico con lo cómico.
  • Se huye de lo irreal y se busca lo verosímil para imitar la realidad
  • Los personajes han de mantener su decoro, es decir, han de actuar y moverse de acuerdo con su condición social y su forma de ser.

La adopción de las normas clásicas responde al deseo del dramaturgo de crear una obra bella, que no ofendiera al gusto del público ilustrado, y útil, para que el espectador o lector pudiera aplicar a su propia existencia la lección del drama. El teatro neoclásico gozó de la protección oficial (fue otra manifestación del despotismo ilustrado); sin embargo, con pocas excepciones, no alcanzó frutos memorables. Fue como un paréntesis entre el teatro barroco y el romántico.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII los dramaturgos neoclásicos escriben tragedias, sainetes y comedias:

 1) La tragedia neoclásica. Poco éxito tuvieron los intentos de aclimatar en España la tragedia a la manera de los clásicos franceses del siglo anterior (Corneille, Racine...). Podemos citar a Moratín padre (Nicolás Fernández de Moratín) que compuso tragedias como Lucrecia o Guzmán el Bueno, de escaso interés. El único que podemos decir que sí tuvo éxito fue Vicente García de la Huerta con su tragedia Raquel (1778). Su aceptación se debió, en parte, a que desarrollaba un tema medieval castellano: los amores entre la judía Raquel y Alfonso VIII, con la conjura de los nobles para dar muerte a aquella por “razón de estado”. El enfoque ideológico y político de la obra era claramente tradicionalista.

2) El sainete. Se trata de un subgénero teatral popular y de gran éxito, que se desarrolla al margen de la estética neoclásica. Los sainetes son obras cortas ( de una media hora de duración), de carácter cómico y, a veces, satírico, que solían representarse en los entreactos de una pieza teatral de más larga duración. Sus antecedentes hay que buscarlos en los pasos de Lope de Rueda y los entremeses de Cervantes. Su principal cultivador es don Ramón de la Cruz que refleja con gracia ambientes castizos madrileños en títulos como El Rastro por la mañana o La pradera de San Isidro. Con el sainete este autor recrea las virtudes tradicionales perdidas con el paso del tiempo y reproduce personajes de baja condición social.

3)La comedia neoclásica. Su modelo fue la obra del gran autor francés del siglo XVII Molière. Contó con cultivadores poco afortunados. Moratín hijo será la excepción.

  1. Leandro Fernández de Moratín

Nació en Madrid en 1760. Protegido por Godoy, valido de Carlos IV, viajó por Europa. Durante la invasión napoleónica (1808), se hizo afrancesado y acepto diversos cargos, lo que le obligó a exiliarse posteriormente. Pasó sus últimos años en Francia y murió en Paris en 1828.

5.1. Obra

5.1.1. Poesía

Cultivó la poesía en dos vertientes: la satírica y la lírica. De su poesía satírica destaca su Sátira contra los vicios introducidos en la poesía española, donde expone sus ideas neoclásicas. Otra sátira suya del mismo tipo, pero en prosa, es La derrota de los pedantes. Como lírico, es uno de los más notables de su tiempo. En sus versos, debajo de la frialdad neoclásica, se perciben la profundidad y autenticidad de sus sentimientos. Destacan los poemas titulados A Claudio o Elegía a las musas.

5.1.2. Teatro

Moratín es el principal autor dramático del Neoclasicismo, aunque sólo escribiera cinco comedias. Se caracteriza por un total sometimiento a los preceptos neoclásicos, por la verosimilitud de sus argumentos y por su doble finalidad de deleitar e instruir.

No compuso tragedias, que juzgaba incompatibles con su carácter; prefirió los temas ordinarios de la vida doméstica, para adoctrinar o satirizar. Podemos decir que el tema fundamental de sus obras es la crítica a la inautenticidad como forma de vida.

De carácter satírico son La comedia nueva o El café y La mojjigata; la primera contra los malos autores dramáticos que despreciaban las reglas y la segunda contra la falsa religiosidad.

En sus otras tres comedias – El viejo y la niña, El barón y El sí de las niñas – defiende la libertad de la mujer para elegir marido. Era una cuestión palpitante en aquella época en la que abundaban los matrimonios impuestos por interés.

Fue tan admirado en su tiempo que se le llamó el “Moliere español”. Acertó a dar lo que los ilustrados defendían: una comedia razonable, hermosa, ajustada a las normas clásicas, con temas actuales y valor educativo. Sin embargo, su éxito se produjo entre minorías burguesas e instruidas y no llegó al gran público

5.2. El sí de las niñas

El sí de las niñas ( escrita en 1801 y estrenada en 1806) es la cima del teatro neoclásico español. Se inspira en una comedia francesa titulada La escuela de las madres, pero coincide también con un suceso de la vida del autor, que estuvo a punto de casarse con una muchacha más joven que él. En su momento fue un gran éxito. La obra es una comedia en prosa, dividida en tres actos, y se ajusta a la estética neoclásica. Así, respeta la “regla de las tres unidades”: su única acción se desarrolla en el reducido espacio de una posada de Alcalá de Henares durante diez horas.

Este es su argumento. La joven Francisquita, que se encuentra estudiando en un convento en Guadalajara, está enamorada de don Carlos, un joven y guapo oficial. Pero a Guadalajara han llegado parar hablar con ella su madre, doña Irene, y un señor de edad madura, don Diego, que quiere casarse con la joven con la aprobación de la madre. Antes de regresar a Madrid ambos van a pasar la noche en una pensión de Alcalá de Henares. Francisquita le escribe una carta a don Carlos contándole todo lo que sucede, pero sin citar el nombre de su futuro marido, por lo que el militar llega a Alcalá apresuradamente con la intención de evitar la boda. Pero allí se da cuenta de que el anciano con el que Francisquita va a casarse es su propio tío y protector. Toma, pues, la decisión de sacrificar su amor en favor de su tío y se despide en una carta de su amada. Pero don Diego, que descubre el amor que existe entre su sobrino y Francisca, decide no casarse con ella y, en su lugar, apoyar el matrimonio de los jóvenes. Estos, al contrario de los héroes románticos, en ningún momento pensaron en rebelarse contra la decisión de sus mayores. Por eso, la solución razonable del problema la tiene que dar precisamente don Diego basándose el sentido común. En este caso nos encontramos, pues, a la Razón que apoya “los derechos del corazón”.

Dos son los temas esenciales de esta obra: el derecho a la libertad de elegir pareja y la educación de la mujer. Moratín critica los casamientos desiguales, tan frecuentes en el siglo XVIII y defiende los derechos de la mujer a decidir libremente su matrimonio. Entrelazados con estos dos temas fundamentales, se tratan también otros temas secundarios como son el de la autoridad y egoísmo de los padres y el de las ilusiones del viejo que se enamora de una jovencita.

Su estilo es otro acierto: el diálogo fluye natural y el lenguaje es claro, llano, de un sabor ya moderno.

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