El romanticismo

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Autor: mirka2
Typ práce: Ostatné
Dátum: 22.11.2021
Jazyk: Španielčina
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El romanticismo

  1. Contexto histórico, social y cultural hasta 1868
    • Contexto político

En su conjunto esta etapa España se caracteriza por la perdida de las colonias americanas, los enfrentamientos ideológicos entre conservadores y liberales, y la inestabilidad política y social.

El panorama político español del siglo XIX hasta 1868 se estructura en torno a estos períodos:

- Invasión napoleónica y guerra de la Independencia (1808-1814). Con el pretexto de atacar Portugal, Napoleón entra en España y la invade. El rey, Carlos IV; y la familia real han de exiliarse y ceder el trono a José Bonaparte, hermano del emperador francés. El pueblo español se alza en armas contra el invasor. Se convocan las Cortes de Cádiz, que elaboran la Constitución de 1812 según los postulados de la Revolución Francesa.

- La vuelta del absolutismo (1814 –1833). Vencidas las tropas francesas, accede al trono español Fernando VII, hijo de Carlos IV, quien rechaza la Constitución de 1812 y restaura la monarquía absoluta. Los afrancesados y liberales españoles se exilian. Su reinado está marcado por la independencia de las colonias hispanoamericanos y la crisis económica. La muerte de Fernando VII (1833) es un punto clave en la historia de la literatura española, pues la desaparición de la monarquía absolutista provoca el regreso de los liberales exiliados, que traen consigo el espíritu ideológico del Romanticismo triunfante en Europa. Se inicia en literatura una etapa romántica, que finaliza hacia 1860.

- Revolución liberal (1833-1868). Con la abolición de la Ley Sálica a la muerte de Fernando VII, su hija Isabel II puede reinar en España. Al ser menor de edad, se producen las regencias de María Cristina y del general Espartero. El acceso al trono de Isabel II ocasiona el conflicto dinástico entre carlistas (tradicionalistas), partidarios de Carlos María Isidro de Borbón, hermano de rey, e isabelinos (liberales), partidarios de Isabel II. Se enfrentan en tres guerras entre los años 1833 y 1876. El reinado de Isabel II termina en 1868, cuando una revolución de progresistas, que pretenden democratizar el país y sacarlo de la ruina económica, toma el poder.

  • Contexto social y cultural

El siglo XIX se caracteriza por fuertes tensiones políticas entre conservadores y liberales para abolir los privilegios de los primeros. Las nuevas ideas políticas (el liberalismo), centradas en los principios de igualdad y justicia, suprimen los privilegios que se concentran en la nobleza y el clero, y se establece la contribución de todos a los gastos del Estado.

Se produce una nueva organización de las clases sociales:

- Parte de la nobleza se integra en la burguesía, aunque es despojada de algunos de sus bienes a causa de la política de expropiación del gobierno.

- La burguesía es la nueva clase dominante. Su poder adquisitivo le permite adueñarse de la mayor parte de las tierras de la nobleza y el clero. Ostenta el poder económico y político. Su vida es equiparable a la de la antigua nobleza y no se preocupa ni de modernizar las técnicas de explotación de campos y fábricas ni de las condiciones de los obreros.

- Para el clero es una época de renovación y transformación. Se produce, después del racionalismo ilustrado, una vuelta a la fe cristiana y renace la devoción popular. Se reconoce la religión católica como la religión oficial del estado, pero la Iglesia sufre la desamortización de sus bienes. Se fundan nuevas órdenes religiosas que se preocupan de diversos problemas sociales: educación, sanidad...

- La población activa está constituida por dos grupos de obreros: los jornaleros que trabajan las tierras de los burgueses y los proletarios que trabajan en las fábricas. Las condiciones de trabajo de ambos grupos son lamentables. Muchos de ellos se ven obligados a emigrar a América en busca de nuevas oportunidades.

A mediados de siglo España tiene unos 15 millones de habitantes. El 65% de la población es rural y la mayor parte de la población sigue siendo analfabeta (hasta 1857 la educación primaria no se convierte en obligatoria). Aunque se introducen algunos adelantos ( el ferrocarril en 1848) y se realizan esfuerzos de industrialización, los cambios en la situación social y cultural de España no son tan fuertes como en el resto de Europa.

España ofrece el espectáculo de un país inmaduro que trata de asimilar, a veces con violencia y agresividad, doctrinas sociales y culturales creadas fuera, pero que van unidas al progreso.

  1. El Romanticismo

Denominamos así al movimiento cultural y artístico que triunfa durante la primera mitad del siglo XIX. Nació en Inglaterra y Alemania (donde en 1770 el grupo Sturm und Drang reivindica la absoluta libertad del artista para seguir los impulsos de su inspiración creadora) . A principios del siglo XIX se extiende por Francia y Escandinavia y, con posterioridad, llega a otros países.

El Romanticismo, junto a la aparición de la nueva mentalidad revolucionaria y liberal de la época, supuso un cambio radical en la concepción del mundo y de la vida, ya que se enfrenta a la rigidez del racionalismo ilustrado del siglo XVIII: lo ideal se enfrenta a lo real. Esta transformación no se produjo de una manera brusca, sino a través de un proceso evolutivo que ya se empezó a manifestar a finales del siglo XVIII con los elementos afectivos y sentimentales que el Prerromanticismo va introduciendo en la literatura neoclásica.

Entre sus causas están la insatisfacción ante la realidad y el profundo descontento respecto a una sociedad presidida por los valores burgueses (que dominan en Europa tras la Revolución francesa), a lo cual se une la crisis del Racionalismo ilustrado. La razón, que prometía tantos bienes, no ha eliminado los problemas de los hombres. Además, el hombre no se reduce a la razón: posee también sentimientos, emociones, fantasías, ideales. Y tiene derecho a expresarlos con plena libertad, sin sujetarse a las reglas. Más que la “perfección” de las obras, importa que emocionen. La libertad en el arte, como en la política, en las costumbres, etc., será la gran consigna romántica.

El romanticismo surgió en España tardíamente. Con la muerte de Fernando VII en 1833, se inició el regreso a España de los liberales exiliados, quienes trajeron todos los ideales de Romanticismo que tanto éxito había alcanzado en Europa. Dos años después, en 1835, se produjo el triunfo definitivo del movimiento romántico, con el estreno teatral de Don Álvaro o la fuerza del sino del duque de Rivas. A partir de entonces los escritores se alejaran del racionalismo y se dejaran llevar por sus pasiones y sentimientos.

Podemos hablar de tres etapas en la literatura romántica española:

- Transición del Neoclasicismo al Romanticismo, con escritores formados en el Racionalismo del siglo XVIII, pero que adoptan las nuevas ideas: Martínez de la Rosa y el Duque de Rivas, entre otros.

- Período de madurez, con José de Espronceda, Mariano José de Larra y José Zorrilla.

- Romanticismo tardío, al que pertenecen Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Crearon su obra cuando ya dominaba la estética realista.

  • Características generales

El romanticismo supuso una nueva forma de entender el mundo en genera y el arte en particular. Sus rasgos son:

Individualismo. Cansado de la sujeción a la normativa neoclásica, el hombre romántico necesita expresar sus propios sentimientos y emociones. Esto origina el culto al yo y la exaltación de su personalidad. A menudo, adopta aptitudes que refuerzan su individualismo y que van desde las más superficiales hasta aquellas que conciben al hombre romántico como un ser especial, tocado por el destino y con una misión por cumplir.

Angustia existencial. El mundo injusto y mediocre que rodea al hombre obstaculiza los más altos anhelos del corazón, y la frustración por lo que sus aspiraciones nunca son satisfechas. La búsqueda de la perfección lleva al romántico a una insatisfacción vital, al comprobar que es imposible superar la realidad. Además se da cuenta de que el ser humano está marcado por un ciego destino que escapa a su control. Esta angustia va acompañada a menudo por una obsesión por la muerte.

Evasión de la realidad. Esta frustración e insatisfacción vital, y el desacuerdo con el mundo, pueden conducir a una evasión de la realidad, ya sea refugiándose con la imaginación en mundos exóticos ( orientales, frecuentemente) ya sea evocando un pasado brillante, medieval sobre todo. Forma extrema de evasión fue, para algunos, el suicidio.

Ansias de libertad y rebeldía. Los románticos rompen con las normas neoclásicas y reivindican la libertad creadora del autor. Además, el romántico defiende la libre manifestación de ideas, instintos y pasiones en todos los órdenes de la vida, por encima de cualquier otro valor, y se rebela contra todo tipo de normas. Las leyes políticas, morales y religiosas no determinan su conducta.

Nacionalismo. En contra de la uniformidad cultural defendida por el racionalismo, los románticos aprecian y exaltan los valores nacionales, las tradiciones y costumbres populares y el folclore de cada país. Recuperan el pasado y lo idealizan.

Este sentimiento nacionalista trajo consigo el deseo de otorgar categoría literaria a las lenguas vernáculas.

Irracionalismo. Se rechaza el racionalismo ilustrado del siglo anterior y se valoran aspectos que son irracionales, como las pasiones, las emociones, la fantasía y los sueños...

Idealismo. Conceptos como la patria, la humanidad, el amor, la mujer son idealizados por el hombre romántico que, además, los va a perseguir con apasionado afán.

La insatisfacción romántica ante la realidad circundante puede llevar en dos direcciones: unos vuelven sus ojos hacia el pasado, otros los ponen en un futuro distinto. De ahí, dos tipos de Romanticismo:

- Hay un Romanticismo tradicional, nostálgico de los valores ideológicos, patrióticos y religiosos que habían querido aniquilar los ilustrados del XVIII. Y así exaltan el cristianismo, el trono y la patria como valores supremos. Esa orientación cuenta con importantes representantes en Francia (Chauteaubriand), en Inglaterra (Walter Scott) y en España (el duque de Rivas y Zorrilla).

- A todo ello se opone un Romanticismo liberal (progresista y revolucionario). Se define por la rebeldía ante la sociedad del presente y mira hacia el futuro con la mente puesta en los ideales de progreso, de libertad y de justicia. Está representado por el inglés lord Byron, el francés Victor Hugo y en España por Larra y Espronceda.

  • Temática

En general, los asuntos tratados en la literatura romántica no resultan innovadores, pero si adquieren un tratamiento distinto:

- El amor. Los románticos proclaman un amor desatado, furioso, apasionado, incontrolable. Se vive de dos formas:

1) Por un lado es una fuerza apasionada que rompe las convenciones sociales, que domina y destruye al ser humano sometiéndole a un destino trágico. 2) Por otro lado, es un sentimiento idealizado que lleva a equiparar a la amada con Dios. A menudo va acompañado de una actitud de melancolía, de tristeza íntima, de ensueño irrealizable, cuyos elementos son el alma tímida del poeta, la mujer amada e imposible y un paisaje convertido en confidente.

- La muerte. El romántico es un ser atormentado, triste, siempre a la búsqueda de lo inalcanzable. El pesimismo lo envuelve todo: el desengaño destruye el amor, el tiempo, la juventud; el futuro se presenta lleno de misterio y dudas; el dolor y la injusticia dominan en la sociedad. La consecuencia de este cansancio de vivir es la búsqueda de la muerte, que se alza como liberadora. Además el héroe romántico no vacila nunca en morir por conseguir hacer realidad sus deseos y ambiciones: la libertad, el amor...

- La religión. El sentimiento religioso aparece expresado con dramatismo y grandilocuencia. La religiosidad del romántico es ambigua, unas veces Dios es el culpable de la desgracia del ser humano; otras es el propio individuo quien asume el papel de diablo.

- La evasión. El romanticismo reacciona contra la realidad materialista y mediocre del momento, y se evade a lugares exóticos, orientales y nórdicos, para evocar su naturaleza, cultura y su arte. Este exotismo romántico no tuvo la brillantez y el refinamiento de los escritores modernistas. También se evade a una pasado idealizado, motivado no sólo por el rechazo del presente, sino también por un anhelo de reforma social, política, cultural y literaria.

- Los ambientes y la naturaleza. Para el escritor romántico, el paisaje es una proyección de sus sentimientos. Se convierte en alguien con el que se comunica (ya no es un mero decorado como en el Renacimiento). De ahí que prefiera ambientes libres, agrestes y lúgubres que estén en consonancia con su mundo interior: ruinas de castillos medievales, bosques tenebrosos, mares embravecidos, cementerios, noches tormentosas... De ahí también que la naturaleza se presente con toda su violencia y majestuosidad (rayos, trueno, niebla...), reflejo del espíritu apasionado y atormentado del escritor.

- La historia. La exaltación de lo nacional y lo popular, e incluso lo regional, se convierte en una de las principales fuentes de inspiración. La literatura romántica es, en gran parte, histórica. Algunas obras son reconstrucciones del pasado sin otro objetivo que el de divertir al lector o el de alardear de estilo; otras reflejan los sentimientos o los problemas del autor y la época. La Edad Media se convierte en centro de interés y de ella se recuperan leyendas y valores, pues se considera que es una época de ensueño y fantasía en lo novelesco. También se presta especial atención al mundo árabe, porque forma parte de nuestra historia.

  1. La poesía romántica

Si la prosa fue el medio más adecuado para transmitir el pensamiento neoclásico, la lírica se convirtió en el Romanticismo en el modelo ideal para expresar las emociones y las experiencias personales del ser humano ( sus sueños, sus dudas, sus frustraciones amorosas...). Así surge una poesía de carácter lírico, fuertemente subjetiva, que abarca el mundo personal y social del escritor, en el que la intimidad se manifiesta de forma enfática y retórica (José de Espronceda), o bien, delicada y sugerente (Bécquer y Rosalía de Castro) Junto a esta poesía de carácter lírico, se recupera también un tipo de poesía narrativa que relata leyendas y sucesos históricos.

Las fuente inmediatas de este tipo de poesía hay que buscarlas en los poetas románticos extranjeros, como el alemán Goethe, (que sirvió de inspiración tanto en las actividades vitales de nuestros poetas como en los temas de sus obras), y el británico Lord Byron, que representa al poeta que está en constante rebeldía frente a la sociedad.

Esta corriente literaria supuso en poesía una auténtica revolución formal:

- Uso de nuevas combinaciones métricas. Los románticos realizaron una notable ampliación de formas. Su ideal de libertad creadora los llevó a no contentarse con las formas clásicas. Así rehabilitaron formas casi olvidadas, como el romance. Pero, sobre todo experimentaron nuevos ritmos y estrofas. A ello se une el gusto por la polimetría: cambios de metro dentro de un mismo poema con efectos especiales.

- Empleo de abundantes recursos retóricos y simbólicos. La desbordante imaginación del romántico fomenta el uso de imágenes, metáforas y comparaciones con las que se establece relación entre el mundo natural y los estados anímicos.

- La lengua literaria es muy expresiva, sencilla y espontánea pero con abundantes recursos efectistas ( exclamación, interrogación retórica, apóstrofe). El léxico se llena de palabras que denotan nostalgia, melancolía, desesperación, muerte, amor imposible..., y los adjetivos nos transmiten el rico colorido de los países exóticos y los tenebrosos lugares donde se refleja el estado anímico del poeta. Interesa, sobre todo, lo que transmita intensidad emotiva.

Analicemos cuál ha sido la evolución de la poesía romántica en España:

- En la segunda mitad del siglo XVIII

  • Asistimos a un cambio ideológico y de sensibilidad en escritores que se habían educado en la corriente ilustrada de la época: Cadalso, Jovellanos y Meléndez Valdés entre otros, imprimen a sus obras de final de siglo un tono emocional de carácter prerromántico.

-En la primera mitad del siglo XIX

  • Los escritores de la primera mitad del siglo XIX ( el Duque de Rivas, José Zorrilla y José de Espronceda) dan el paso definitivo hacia la configuración de la poesía romántica. Tiene a su máximo exponente en José de Espronceda. Su obra lírica refleja el frenesí romántico, de tendencia épico-descriptiva y de tono apasionado y desesperado.

- En la segunda mitad del siglo XIX

  • Los poetas de esta época, insatisfechos con la realidad que les ha tocado vivir, buscan que las palabras vayan más allá de su significado estricto y evocan realidades de mayor trascendencia. La poesía se vuelve intimista, se concentra en el subjetivismo más puro y se convierte en la expresión más auténtica del yo poético. En esta época nos encontramos con dos poetas, Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro, que se anticiparan a las innovaciones de contenido y estructura de la poesía moderna.
  • José de Espronceda

Nació en 1808. De formación neoclásica, desde muy joven muestra su rebeldía. A los 15 años funda una sociedad secreta para combatir el absolutismo y es encarcelado por ello. Tres años después, huye a Lisboa para unirse a los exiliados liberales. Allí se enamora de Teresa Mancha y la sigue a Inglaterra. Vive después en Bélgica y Francia, donde toma parte en la revolución de 1830. Rapta a Teresa, que ya se había casado, y vuelve con ella a Madrid, acogiéndose a la amnistía tras la muerte de Fernando VII. Pero Teresa lo abandona y poco después muere. Espronceda se convierte en diplomático y diputado. Se enamora otra vez, pero cuando está a punto de casarse, a los treinta y cuatro años, muere en Madrid (1842). Espronceda representa el Romanticismo liberal más exaltado. Su vida anárquica y desordenada es paradigma del hombre romántico.

Espronceda cultivó los principales géneros de su tiempo: el poema épico (El Pelayo), la novela histórica (Sancho Saldaña), el drama histórico (Blanca de Borbón) .

Pero fue, sobre todo, un gran poeta lírico. Reunió sus poesías en un libro Poesías, (1840). Tras unos poemas neoclásicos juveniles, se vuelve desbordadamente romántico. Recibió diversos influjos ( el de Byron), pero su tono personal es inconfundible. Son muy reveladores de su temperamento aquellos poemas en que canta a personajes rebeldes o marginales, hostiles a la sociedad: la Canción del pirata, El mendigo, El verdugo, A Jarifa en una orgía ... Es también autor de dos obras muy ambiciosas:

- El estudiante de Salamanca. Es el mejor poema narrativo del siglo XIX. Consta de cerca de dos mil versos polimétricos. El protagonista es el disoluto Félix de Montemar, cuya amada, Elvira, abandonada por él, muere de pena. Una noche se le aparece; él la sigue por las calles de Salamanca, donde contempla su propio entierro, y se ve obligado a casarse con el esqueleto de su amada antes de caer muerto.

- El diablo mundo. Quedó sin terminar y consta de más de ocho mil versos. Quería ser un gran poema lírico, filosófico y social, una especie de epopeya de la vida humana. Su protagonista, llamado simbólicamente, Adán, se enfrenta con la realidad, con las deformidades del mundo, y descubre la gran injusticia de la muerte. Pero lo mejor de la obra es un poema inserto en ella, el Canto a Teresa, evocación de su gran amor desgraciado y una de las más hermosas elegías de literatura española.

  • Gustavo Adolfo Bécquer

3.2.1. Vida

Es el más importante poeta lírico del siglo XIX. Su vida estuvo dominada por la pobreza y el sufrimiento. Nació en Sevilla en 1836. Queda pronto huérfano, quiere ser marino y luego pintor; finalmente, se dedica a las letras. A los dieciocho años se instala en Madrid. A los veintiún años contrae la tuberculosis. Obtiene un empleo burocrático, pero es despedido porque perdía el tiempo escribiendo y dibujando. Su vida sentimental es desgraciada. Ama apasionadamente a Elisa Guillén, que lo abandona dejándolo desesperado. Su matrimonio con Casta Esteban es un fracaso. Lleva una vida bohemia y muere prematuramente, a los treinta y cuatro años (1870).

3.2.3. Obra

Bécquer escribió pasado el medio siglo, cuando se gestaba el realismo. Dominaba entonces una poesía al gusto burgués, prosaica y poco dada al intimismo lírico. A Bécquer (como a Rosalía de Castro) no le satisface esa poesía, pero tampoco la de los primeros románticos, como Espronceda, tan exaltada y gesticulante. Está muy influenciado por una nueva lírica alemana, intimista, honda y más sobria (Heine). Bécquer prefiere una poesía que él llama “ natural, breve, seca y desnuda de artificios” frente a “ la poesía magnífica y sonora, con todas las pompas de la lengua”, poesía que el rechazaba. Sin embargo, bajo su aparente naturalidad, oculta un gran cuidado constructivo. No está tan desnuda de artificios, pero estos son sobrios y eficaces, no adornos superfluos. Y cuando él la califica de seca, se está refiriendo a un tono casi conversacional, frente a la grandilocuencia de otros. Y su poesía, además, está llena de simbolismo.

La poesía de Bécquer, pues, se singulariza por los siguientes rasgos:

  • Su hondo intimismo.
  • Tono casi conversacional, opuesto a la grandilocuencia.
  • El rigor formal, por debajo de su aparente sencillez.
  • Bécquer es un poeta simbolista y los símbolos son muy importantes en su obra .

Por estos rasgos, podemos decir que Bécquer supera el puro Romanticismo y se convierte en nuestro primer poeta contemporáneo. Su reconocimiento e influencia alcanzarán el siglo XX: Machado, Juan Ramón Jiménez y la generación del 27.

Su obra poética es muy breve. Bécquer fue publicando sus poesías en diversas revistas, y sólo tras su muerte fueron recogidas en libro por unos amigos con el título de Rimas (1871). Son 86 poemas, de extensión variable, pero abundan los breves. Es también variada su versificación: desde estrofas tradicionales a combinaciones personales de versos, en los que predomina la rima asonante. El tema principal es, naturalmente, el amor, exaltado y jubiloso a veces, desgarrado o frustrado en muchas de sus composiciones. Otras desarrollan hondas reflexiones sobre la condición humana, sobre el dolor y la soledad, sobre el sentido (o sinsentido) de la vida, sobre la muerte. Finalmente, hay algunas inolvidables sobre la poesía misma, sobre el poeta y la inspiración.

Al publicar las Rimas, los amigos de Bécquer las ordenaron por temas. Aunque no todas ellas encajan en esta división, se pueden reconocer cuatro series:

1) Rimas I-XI: sobre la poesía misma, el poeta y la inspiración, en las que Bécquer habla de: 1) la poesía como fuente de conocimiento de la realidad intima del creador y de la realidad que lo rodea; 2) el carácter misterioso e independiente de la poesía y 3) de la mujer como gran inspiradora de la poesía

2) Rimas XII-XXIX: poemas de amor ilusionado o dichoso, donde encontramos una visión afirmativa y confiada de la belleza femenina y del amor.

3) Rimas XXX-LI: poemas de amor triste o frustrado, con tonos que van de la melancolía hasta la ira y la desesperación.

4) Rimas LII-LXXVI: poemas sobre la condición humana, sobre el dolor de vivir, la soledad, la angustia, la muerte...

5) El resto de rimas hasta la 86 desarrollan temas varios.

Su inmensa importancia como lírico no nos puede hacer olvidar que fue un extraordinario prosista. En su prosa conviven las cualidades poéticas con un fascinante arte narrativo y descriptivo. Destacan dos obras:

- Leyendas. Son veintiocho relatos que presentan elementos (motivos exóticos y legendarios, sentimientos exaltados, espacios lúgubres, misterio y terror) y temas claramente románticos: el amor imposible (El rayo de luna), lo misterioso y sobrenatural (Maese Pérez el organista, El Miserere), lo exótico (El caudillo de las manos rojas) y lo costumbrista (La venta de los gatos). Su prosa poética y musical logra crear un ambiente de ensueño y fantasía.

- Cartas desde mi celda. Son sugestivas crónicas compuestas durante una estancia de reposo en un monasterio.

  • Rosalía de Castro

La obra literaria de Rosalía de Castro es no sólo importante dentro de la literatura española, sino que representa una de las cumbres de la literatura gallega. Aunque por otras razones, su vida, igual que la de Bécquer, fue difícil y dolorosa. Nació en 1837 Fue hija ilegítima y, desde pequeña, una incurable amargura definió su carácter. Comenzó a escribir versos a los once años. Se casó con un importante historiador, con el que tuvo siete hijos. Vivieron en diversos lugares de Castilla, pero siempre sintió nostalgia por su tierra, por lo que terminaron regresando a Galicia. Murió de cáncer en 1885.

Escribió varias novelas. Pero es su poesía la que la sitúa entre los primeros poetas españoles. Y ello por tres libros de versos, los dos primeros escritos en gallego y el tercero en castellano.

 -Cantares gallegos. La inspiración fundamental es la añoranza de su húmeda, verde y hermosa tierra natal.

- Follas novas. Dominan los sentimientos de dolor y desengaño, tanto los propios como los de su propio pueblo.

- En las orillas del Sar. Libro capital de la lírica castellana, es una atormentada confesión de su intimidad, de sus ideas sobre el amor, la soledad y el dolor, sobre la injusticia humana, sobre la muerte y la eternidad. Son poemas breves, con predominio de ritmos amplios y rima asonante, sin que falte la experimentación de nuevas combinaciones métricas.

Hay afinidades y diferencias entre Rosalía y Bécquer. El sevillano es más puro, es decir, más austero de medios expresivos. Como contrapartida, Rosalía ofrece una riqueza temática superior, no olvida el dolor ajeno, y es sensible a la Naturaleza. Y de ambos arranca la lírica moderna española.

  1. La prosa
    • Los géneros

Tres géneros destacan en la prosa romántica: la novela histórica, el cuadro de costumbres y el artículo periodístico. El artículo periodístico cuenta con la inmensa figura de Larra, a quien estudiaremos más adelante. Además muchos de estos artículos son, a su vez, cuadros de costumbres.

La novela histórica. Hemos visto que el interés por lo histórico y lo legendario formaba parte de los gustos románticos. Poetas, dramaturgos y novelistas buscan su inspiración, a menudo, en la evocación de tiempos pasados. La novela histórica tiene como modelo a Walter Scott, autor de títulos tan famosos como Ivanhoe o El pirata. En estas obras, el novelista selecciona un hecho histórico real, básicamente de la Edad Media, y sobre esta época construye su relato más o menos fantástico. Mezcla, pues, lo maravilloso y lo verosímil. Cientos de novelas de ese género se escribieron en España. En general, están inspiradas por actitudes tradicionalistas: exaltan los valores de un pasado brillante, caballeresco y noble, frente a los tiempos modernos. La obra maestra del género es El Señor de Bembibre de Enrique Gil y Carrasco, ambientada en el Bierzo medieval.

Los cuadros de costumbres. Son artículos que describen modos de vivir y tipos populares. Este género revela el interés de los románticos por todo lo que fuera representativo del carácter nacional y de lo autóctono. Procedente de Francia, triunfo pronto en España, donde ya contaba con claros antecedentes (Cervantes, Torres Villarroel, etc). Además de Larra, sus dos principales cultivadores son Mesonero Romanos, que centra su interés en Madrid, y Estébanez Calderón. Con su observación de lo cotidiano, preparan el camino para el triunfo de la novela realista en la segunda mitad del siglo XIX.

Asimismo el relato breve cobra gran auge con la leyenda, subgénero narrativo que permite al autor fundir lo tradicional con lo fantástico, características del movimiento literario romántico.

  • Mariano José de Larra

Mariano José de Larra nació en Madrid en 1809. De familia liberal, vivió en Paris hasta los nueve años. En Madrid, escribe entre dificultades económicas y de censura artículos periodísticos con el famoso seudónimo de Fígaro. Su temprano matrimonio es un fracaso. Se enamora de una mujer casada, Dolores Araujo, que acabará abandonándolo. La situación política de España lo amarga. Doblemente desesperado, Larra se suicida (1837). Tenía veintiocho años. En Larra se combinan inteligencia y sensibilidad. De ahí su espíritu crítico, su amargura y su mordacidad. Políticamente, fue un liberal cada vez más progresista. Animado por un patriotismo crítico, denunció el atraso de España, la incapacidad o la corrupción de los políticos, y la mediocridad del ambiente.

Se formó en los gustos neoclásicos. Pero es plenamente romántica su actitud rebelde (sin olvidar su muerte). Además nunca creyó en los dogmas literarios; al contrario, defendió la libertad de creación al servicio del progreso. Larra es también el primer español que vive exclusivamente de su actividad de escritor. Las traducciones de teatro y la prensa constituyeron sus medios de vida. Compuso también una discreta novela histórica (El doncel de don Enrique el Doliente) y una tragedia (Macías). Pero Larra ocupa un lugar eminente en nuestra literatura por sus artículos periodísticos.

4.2.1.Clasificación de los artículos

Más de doscientos artículos, publicados entre 1832 y 1837, y firmados con varios seudónimos: Fígaro, El pobrecito hablador, Andrés Niporesas..., constituyen su producción como periodista. Pueden agruparse en tres grupos, si atendemos a un criterio temático.

- Artículos de costumbres. Larra no se limita a retratar tipos y ambientes, va al fondo de la sicología del español, analiza las causas de la decadencia de España y ofrece un cuadro pesimista de su atraso. Considera que un cambio de costumbres provocaría una transformación de leyes e instituciones, porque un pueblo más educado exige también una administración mejor. No hay costumbre, defecto, oficio, etc. que escape a su mordaz ironía.

- Artículos sociopolíticos. Estos artículos sufrieron el rigor de la censura por su ideología liberal y su crítica del absolutismo. La libertad y la justicia, y la ineptitud del gobierno y de los políticos son temas básicos. Empieza a escribir con un tono ilusionado y esperanzado sobre el porvenir de España, pero poco a poco llegará al desengaño total, pues empieza a desconfiar del sistema político, que encuentra viciado e inútil.

- Artículos de crítica literaria. Ofrecen una visión de la situación literaria del momento (los estrenos teatrales, el estado actual de la lengua y la literatura...)

4.4.2. Características de los artículos

Para Larra, la literatura debe ser la expresión de la sociedad y el instrumento del progreso humano. Por ello, sus artículos van más allá de ser un simple cuadro de costumbres. Su estilo, lejos de la grandilocuencia romántica y del casticismo de otros autores costumbristas, es funcional. Busca la claridad y la fuerza, no los adornos, lo que ha permitido que sus textos sigan pareciendo modernos hoy en día. También podemos decir que su preocupación por la situación española lo convierten en precedente de la generación del 98.

En sus artículos destacamos estos rasgos:

  • Análisis profundo de la sicología de los españoles.
  • Análisis de las causas de la decadencia y visión mordaz y pesimista del atraso de España.
  • Humor, ironía y sarcasmo. A veces, llega a la caricatura.
  • Expresividad y agilidad. Uso de interjecciones, aumentativos, diminutivos, asíndeton, polisíndeton, hipérbole.
  • Empleo de un vocabulario rico y variado.
  • Desarrollo del artículo a partir de una simple anécdota o suceso real o inventado.
  1. El teatro

En España había tenido poco éxito con sus reglas estrictas el teatro neoclásico. A comienzo del siglo XIX, el público seguía prefiriendo las comedias del Siglo de Oro. De ahí que el teatro romántico, también rebelde a las reglas, triunfe entre el público. Aparece en España con algunos años de retraso con respecto a Alemania, Francia o Italia. Se inicia en 1834 con el estreno de La conjuración de Venecia de Martínez de la Rosa y concluye en 1849 con el estreno de Traidor, inconfeso y mártir de José Zorrilla. Don Álvaro o la fuerza del sino (1835), del Duque de Rivas, y Don Juan Tenorio (1844), de José Zorrilla marcan los dos momentos más importantes de género.

En cuanto a la forma, el teatro romántico presenta los siguientes rasgos:

- Rechazo de las tres unidades: se entremezclan diversas acciones, y se producen cambios de lugar y saltos en el tiempo.

- Mezcla de lo trágico y lo cómico; así, el género teatral más característico del Romanticismo es el drama.

- División del drama en tres, cuatro e incluso cinco actos, y empleo de versos de diversas medidas, a veces combinados con la prosa.

- Abundan las acotaciones, ausentes en el teatro neoclásico.

En cuanto al contenido:

- Temas dramáticos: amores imposibles (el amor se presenta como una fuerza que domina y destruye al ser humano, sometiéndole a un destino trágico), conflictos y rebeldías, asuntos legendarios, históricos (se recrean crónicas y leyendas nacionales de nuestro pasado, pero se les añaden elementos románticos) o de aventuras.

- Protagonistas singulares y misteriosos, marcados por un destino trágico, gallardos o cínicos (a veces, ambas cosas, como don Juan). El héroe suele ser un ser insatisfecho, de origen desconocido, que busca la felicidad, pero que es portador de un destino trágico que provoca la desgracia de aquellos a quienes ama, y que lo lleva a su propia destrucción. La heroína es una figura tierna y fiel, pura y sensible, capaz de los mayores sacrificios, cuyo ideal es la pasión amorosa.

- Abundancia de escenas nocturnas y sepulcrales, desafíos y suicidios.

- Y todo con la intención de conmover y emocionar al espectador, no de adoctrinar.

  • Principales autores y obras

5.1.1. Don Álvaro o la fuerza del sino

La batalla definitiva para imponer el nuevo teatro la libró el cordobés Ángel de Saavedra, duque de Rivas, con el estreno de Don Álvaro o la fuerza del sino (1835). Parte del público selecto la rechazo por su irregularidad: todos los rasgos del teatro romántico se acumulaban en la obra. Pero su escandaloso estreno hizo triunfar el Romanticismo en escena. El argumento es el siguiente: don Álvaro, personaje de origen desconocido, llega a Sevilla y se enamora de doña Leonor, hija del orgulloso marqués de Calatrava. Éste se opone al matrimonio y en una discusión, don Álvaro lo mata de forma accidental. Doña Leonor se retira a una gruta como ermitaña para hacer penitencia y don Álvaro se alista en los tercios españoles que luchan en Italia. Allí coincide con un hermano de Leonor, Don Carlos, que se ha alistado con nombre supuesto. Los dos hombres llegan a tener gran amistad, pero cuando Don Carlos reconoce a Don Álvaro, lo desafía a un duelo. Don Álvaro lo mata. Entonces, Don Álvaro vuelve a Córdoba arrepentido e ingresa en un convento franciscano de las montañas, cerca de la cueva donde vive Leonor. Otro hermano de ella, don Alfonso, lo va a buscar para vengarse y don Alfonso es herido de muerte por Don Álvaro. Entonces aparece Doña Leonor, y don Alfonso la asesina, pues cree que aún mantenía relaciones amorosas con don Álvaro. Esta situación provoca la desesperación de don Álvaro, que se suicida arrojándose desde la cima de una montaña, gritando “¡Infierno, abre tu boca y trágame!”.

En esta obra observamos las siguientes características:

  • La acción se desarrolla a partir de sucesos causales e imprevistos. Don Álvaro se ve acosado continuamente por un destino irracional cuya única finalidad es provocar la sorpresa en el espectador.
  • Alternan el verso y la prosa. Es característico de las primeras obras románticas la alternancia entre la prosa y el verso, que, en la mayoría de las veces, es algo caprichoso, a gusto del autor.
  • Como sucedía en las comedias de Lope, se da más importancia al dinamismo de la acción que al análisis profundo de la sicología de los personajes.
  • La muerte (que ronda al protagonista desde el comienzo de la obra), el amor (la pasión que Don Álvaro siente por Leonor) y el destino (Don Álvaro, noble de sentimientos, se ve impulsado por un destino por el que se ve obligado a matar) son los principales temas de la obra.

5.1.2. Don Juan Tenorio

El vallisoletano José Zorrilla es el autor del drama más popular del romanticismo español: Don Juan Tenorio. Desarrolla dicha obra la leyenda de don Juan, el enamorador sin escrúpulos, que ya habían tratado Tirso de Molina (El burlador de Sevilla) y el gran comediógrafo francés Moliere (Don Juan), y, posteriormente, otros autores españoles y extranjeros. Zorrilla, sin embargo, supo dramatizar en esta obra el proceso íntimo de un personaje romántico que evoluciona desde una vida disipada a una final feliz ya que, a diferencia de Tirso de Molina y de otros autores, el personaje justo al final de la obra se salva por amor de la condenación eterna.

La obra no es perfecta y presenta desequilibrios en su construcción. Pero el brío y la arrogancia del protagonista, y la fuerza teatral de muchas escenas compensan ampliamente de sus defectos.

La acción transcurre en Sevilla, en torno a 1545, a finales del reinado de Carlos I. La primera parte (dividida en cuatro actos) sucede en una única noche. La segunda (dividida en tres), ocurre cinco años después y en otra noche también. Los sucesos de estas dos noches integran el contenido de cada una de las dos partes en que se divide la obra. Zorrila las describe con una simetría casi perfecta: el ambiente festivo y casi carnavalesco de la primera frente al silencio sepulcral de la segunda; los personajes que rodean a don Juan vivos en la primera, muertos en la segunda (incluso el propio protagonista acaba muerto);y el carácter cínico, alegre y pendenciero del protagonista en la primera parte se convierte en triste y pendenciero en la segunda. El argumento es el siguiente:

Primera Parte. Don Juan Tenorio hace una apuesta con don Luis Mejía para ver quien de los dos es capaz de burlar a más mujeres y matar a más hombres. Vencido el plazo que se ha dado para la apuesta, se reúnen en Sevilla y don Juan resulta vencedor. Don Luis le echa entonces en cara que en la lista de sus amoríos falta una novicia. Don Juan lo reta de nuevo y le garantiza que en poco tiempo tendrá en su lista a una novicia y,además, a una mujer a punto de casarse. Don Juan cumple su promesa seduciendo con engaños a doña Ana de Pantoja, la futura mujer de don Luis, y a doña Inés, la hija del comendador don Gonzalo. Don Juan rapta del convento a doña Inés y la lleva a su palacio. Allí aparecen el padre de la muchacha y don Luis. Ambos luchan con don Juan, pero éste los mata, y doña Inés muere de dolor al saber lo ocurrido. Don Juan huye a Italia.

Segunda Parte. Cinco años más tarde, regresa don Juan a Sevilla y se acerca a su palacio, donde están enterradas sus víctimas. Don Juan tiene una visión: el fantasma de doña Inés le dice que ofreció su alma a Dios a cambio de la de él, pero que Dios le permite, si él se arrepiente y se salva. Don Juan cree haber soñado, pero queda muy nervioso. Para demostrar que no tiene miedo, invita a la estatua del comendador a cenar con él. Después se reúne con sus amigos para celebrar la cena. Para sorpresa de todos, se le aparece el comendador y le pide que se arrepienta. Los dos amigos que cenan con don Juan creen que es una broma. Don Juan los desafía. El último acto muestra a don Juan en el cementerio rodeado de fantasmas y sombras. Ve pasar un entierro: es el suyo, ya que uno de sus amigos lo había matado. Don Gonzalo aparece y trata de arrastrarle al infierno, pero por intercesión de doña Inés, don Juan se arrepiente de sus obras y consigue así la salvación. A diferencia de Tirso de Molina, Zorrilla salva de la condenación a Don Juan.

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